SUPERCLÁSICO CON PASIONES COVIDIANAS

Domingo de otoño, de Boca-River, de memes listos para inundar las redes y de… nada más porque la pandemia, con su cuarentena y su encierro que nos obliga a alejarnos del otro, también se encarga de robarnos la pasión. Antes un superclásico de estas características, donde uno queda afuera, era una cuestión de Estado. Hoy es solo un partido, tan simple y llano como eso. Falta decir que gane el mejor y ya estamos perdidos.

El llanto peor actuado y más taquillero.

Germán Rodríguez
diarioelnorte@diarieolnorte.com.ar

Tiempos cambiados en este domingo melancólico de superclásicos con climas alterados, de sentir otoñal con un solcito agradable, de mosquitos que no entienden que su tiempo pasó y de la billetera vacía que mira con la ñata junto al vidrio en un azul de frío. Antes un River-Boca era casi una cuestión de Estado, era el debate de bares y gastadas en la calle. Hoy parece que se perdió como todo lo que nos robó la cuarentena y esa basura que no se puede ver con forma de murciélago chino

¿Qué se nos agotó en el alma que no podemos disfrutar las cosas como antes?, ¿qué nos consumió por dentro y nos devoró hasta esa pasión que básicamente consistía en gastar al otro y disfrutar de los goles ajenos pero que se sienten tan propios que nos identifican, pese a ser espectadores de pantallas, pero que se nos apropian como todas las pasiones?

En la Antigua Grecia los primeros filósofos decían que el cuerpo era la prisión del alma, que estábamos dentro de un armado de tejidos músculos y huesos que retenía nuestro ser. Foucault cambió los conceptos y teorizó que en realidad el alma tiene aprisionado al cuerpo, que es nuestra cabeza la que nos impide hacer aquello que nuestra naturaleza quiere, lo que nos da las pasiones, la voluntad, el ansia de querer, de poder.

Este largo año pandémico nos hizo mierda en infinitos aspectos, nos horadó el cerebro y nos llenó de miedo, desconfianza y hartazgo. Entonces aquello mundano que nos enloquecía, nos descontrolaba y, por qué no, nos igualaba se desvanece.

Cualquier propaganda de cerveza nos enseñó que el gol lo gritan igual el más rico como el más pobre, porque de eso se trata el amor por la camiseta, de dejarse arrastrar por aquello que anida en nuestro interior, en ese animal que nos tira a lo que no entendemos y que, como lanzó por ahí Heidegger, pueden ser la música, la poesía y todo lo que toca sensaciones que no podemos dilucidar científicamente. Entonces gol, abrazo y me olvido.

Pandemierda

Pero la pandemia nos aleja, la cuarentena nos dice que el otro es un foco de contagio, que es el enemigo, que relacionarse puede ser la muerte, y… ¿cómo festejar un gol sin la pasión del otro? Somos lo que el otro hace de nosotros, somos nosotros y la mirada del otro, el otro nos construye y de golpe un bicho hijo de puta nos aleja.

El River-Boca es para gastar por las redes sociales y con memes nada más. Es el paso al ingenio y será el chiste repetido por los grupos de WhatsApp y nada más. Una auténtica cagada sin gracia. La gastada en reunión en un asado, en la cancha, en el boliche ya no existen, porque todo está desapareciendo, la pandemia nos está comiendo más de lo que queremos. Sabiendo que ya no sabemos lo que valen las cosas, que la guita sea como sea no alcanza y todo esto que nos arrastra a la pobreza, también estamos perdiendo lo que nos hace humanos, lo que nos diferencia de ser meros consumidores de alimentos y sexo para perpetuar la humanidad, lo que nos marca que no somos simples máquinas que necesitan recargar baterías, y se nos va al carajo nuestra humanidad

El día de mañana parece lejano, una utopía, un viaje de voluntades y querer más, que indefectiblemente se la pone en la pera contra los barbijos, las restricciones y las multas que no pagas ni volviendo a nacer.

El futuro es la incertidumbre, no sabemos si la humanidad va camino a crear T-800 como los de la primera película de Terminator, que su objetivo era retroceder en el tiempo para matar a Sarah Coonor, o T-1000 que también quieren hacer lo mismo pero reconstruyéndose, o por qué no, deconstruyéndose. Pero todos artificiales, pensando igual, separándose del resto. La voluntad de ser lo que no somos (el ejemplo de Terminator es medio agarrado de los pelos, pero la película es muy buena, salvo las posteriores secuelas).

Hoy

Hoy Boca-River dirimen diferencias en el viejo duelo del bien y el mal, la primera grieta registrada por la Biblia y que se ve que no se puede subsanar porque así somos. Antes era un estallido de pasiones, por ahí buenas, por ahí muy malas (tuvieron que jugar en Madrid por culpa de unos bestias salvajes pasados de espíritu incontrolable del ser primitivo, lo cual no estaría avalado por Sócrates y mucho menos por Marco Aurelio). Festejaremos viendo por tele o celulares lo que pasa y, obviamente, disfrutaremos del rival por el celular y nos reiremos de las ingeniosas bromas urdidas por nerds, que en este tiempo son los matones, y el analfabeto digital es el que sufre el peor bullying.

¡Ya no te estaría aguantando más, 2021!