martes, 26 noviembre, 2024
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Qué pasa cuando el diagnóstico de autismo llega en la edad adulta

Quién es diagnosticado de adulto, hoy tiene herramientas para entender lo que le pasa y compartirlo con su entorno.

Antonella Chullmir, médica especialista en psiquiatría y autora del libro “Autismo: Tengo el diagnóstico, ¿y ahora?”, explica que el autismo es una condición con la que se nace y que acompaña a la persona a lo largo de su vida. Los signos y síntomas suelen manifestarse desde el inicio del desarrollo, aunque en algunos casos no se hacen completamente evidentes hasta que las demandas sociales superan las capacidades de la persona o sus estrategias para intentar ser socialmente competente.

Chullmir señala que el autismo suele diagnosticarse en la infancia, generalmente antes de los 3 años, aunque hay casos en los que el diagnóstico se realiza en la adolescencia o incluso en la adultez. Esta condición afecta aproximadamente al 1% de la población, y los niños tienen cuatro veces más probabilidades de ser diagnosticados que las niñas.

Las personas con autismo presentan dos características principales: dificultades en la interacción social y la comunicación, y un patrón de intereses, conductas o actividades repetitivas y restringidas. Dentro del espectro autista, se considera el nivel de lenguaje, el nivel cognitivo y el nivel de apoyos que la persona requiere.

El diagnóstico de autismo es clínico, se basa en una entrevista psiquiátrica o psicológica donde se identifican y reportan los síntomas. Según Chullmir, una de cada 100 personas con autismo recibe el diagnóstico en la adultez. Sin embargo, no se recomienda hacer el diagnóstico cuando la persona está atravesando episodios agudos de salud mental.

Las personas diagnosticadas en la adultez suelen presentar comorbilidades como ansiedad y depresión, posiblemente relacionadas con el estrés acumulado por sus intentos de adaptación social. Procesan la información de manera distinta, lo que les lleva a percibir y reaccionar ante situaciones de manera diferente.

Existen diversas razones por las cuales una persona adulta puede buscar una evaluación diagnóstica, como haber encontrado similitudes con su hijo diagnosticado, la sugerencia de un equipo tratante, el testimonio de alguien en redes sociales, o la observación de un compañero de trabajo.

Chullmir comenta que, tras recibir el diagnóstico, los pacientes suelen preguntarse cómo proceder, cómo comunicarlo a sus familiares o en el trabajo, y cómo ajustar su vida a esta nueva realidad. Explica que es importante comenzar a hablar sobre el autismo de una manera que sea comprensible y amigable para la persona, y que se inicie un proceso de comprensión de las características que quizás ya se habían notado antes, pero nunca se habían asociado con el autismo.

El diagnóstico de autismo nivel 1 (anteriormente conocido como Asperger) en la adultez a menudo viene acompañado de etiquetas que la persona ha escuchado durante años, como “mal educado” por no mirar a los ojos, “insensible” por no mostrar emociones en ciertos momentos, o “caprichoso” por tener preferencias muy específicas.

Finalmente, Chullmir concluye: “Las personas con autismo pueden escuchar sin mirar, querer sin abrazar, y tener un sentido del humor sin entender el doble sentido. Pueden disfrutar de la música, pero sentirse abrumadas por el ruido. Tienen emociones y las expresan de maneras que no siempre incluyen una sonrisa o un abrazo.”