viernes, 29 noviembre, 2024
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Mujeres en minería: los obstáculos para entrar y permanecer en el sector

MASCULINIZACIÓN DE LA INDUSTRIA, PROBLEMA GLOBAL

Según el trabajo de Fundar, la participación de las mujeres trabajadoras en la producción metalífera y litífera es reducida, selectiva y embrionaria y solo compone el 12,6% de los puestos de trabajo, según datos de diciembre de 2022 del Sistema de Información Abierta a la Comunidad sobre la Actividad Minera, que puso en marcha la secretaria Fernanda Ávila. Las últimas cifras disponibles del SIACAM a mayo del 2023 indican que del total de empleos mineros 34.478 son masculinos y 4375 son femeninos.

De la Redacción de EL NORTE
diarias@diarioelnorte.com.ar

Un informe de Fundar sobre las mujeres en minería reveló que se necesitarán 15 años más para cubrir solo un 30% de la fuerza laboral del sector con perspectiva de género.

“En los próximos años, la puesta en marcha de nuevas explotaciones (hoy en estadios de construcción y factibilidad) va a demandar un importante flujo de personas hacia el sector. Esta proyección de crecimiento es la oportunidad para transversalizar la perspectiva de género en el mercado de trabajo minero y ampliar las opciones laborales de las mujeres. Sin embargo, si la participación femenina crece como hizo en los últimos cuatro años, deberíamos esperar al menos 15 años para que las mujeres lleguen a componer solo el 30% de la fuerza laboral en la minería de gran escala”, advierte el reporte.

ESTADÍSTICA

Según el trabajo de Fundar, la participación de las mujeres trabajadoras en la producción metalífera y litífera es reducida, selectiva y embrionaria y solo compone el 12,6% de los puestos de trabajo, según datos de diciembre de 2022 del Sistema de Información Abierta a la Comunidad sobre la Actividad Minera, que puso en marcha la secretaria Fernanda Ávila.

Las últimas cifras disponibles del SIACAM a mayo del 2023 indican que del total de empleos mineros 34.478 son masculinos y 4375 son femeninos, lo que representa un 11,26% muy similar al utilizado en la investigación. Sin embargo, los expertos remarcaron que la masculinización de la industria minera no es un fenómeno argentino, sino un problema global. Argentina supera a Perú (7%), se acerca al de Colombia (13%), pero dista de la situación en Chile (17%) y otras geografías mineras como

Sudáfrica (17%), Australia (18%), Canadá (19%) o Suecia (25%).

PARTICIPACIÓN REDUCIDA Y SELECTIVA

Además de una reducida participación, el estudio indicó que es selectiva. “Si observamos los distintos rubros que la componen, vemos que, aun si reducida, la mayor intervención femenina está en el ámbito del litio. Mientras que en la minería metalífera se emplea una mujer por cada diez varones, dos de cada diez intervienen en el proceso productivo litífero”, destacaron los profesionales.

Y como si fuera poco, además de reducida y selectiva, en la minería se encuentran patrones de segregación horizontal de género (las denominadas “paredes de cristal”), que condicionan de manera asimétrica las ocupaciones a las que acceden las y los trabajadores. El análisis sostiene que la inserción de los varones es más balanceada entre puestos de calificación alta y media (42% y 55%, respectivamente), mientras que las mujeres se concentran en puestos de calificación media (67% de los puestos que ocupan). “Efectivamente, la mitad de las trabajadoras acceden a un empleo registrado en el sector como administrativas (servicios de apoyo a la producción y, en menor medida, en secretaría o abastecimiento)”, subrayó el informe, que agregó que a las mujeres no se les asigna roles operativos específicos y entre oficiales.

Las trabajadoras sin calificación son el 2,6% del total, mientras que los varones representan el 1,6%. “Ellas asumen tareas de limpieza en los establecimientos y ellos son peones de minas y de la construcción”, destallaron. Esta distribución se contrapesa con una participación del 38% de trabajadoras que se desempeñan como técnicas u operarias: en estos niveles, nueve de cada diez mujeres operan maquinaria o equipos productivos. El resto ocupa responsabilidades técnicas asociadas con las ciencias físicas y químicas, servicios (administrativos, legales, contables y financieros) e higiene y seguridad.

PUESTOS Y BRECHA SALARIAL

Las mayores ausencias de mujeres se detectan en los roles operativos específicos, como operadoras de máquinas de movimiento de tierras, para fabricar productos químicos o de hornos o instalaciones de tratamiento de aguas, y entre oficiales, como electricistas de obras, mecánicas y ajustadoras de máquinas o vehículos, soldadoras, albañilas, etc. El problema es que “no se observa un horizonte de modificación de esta tendencia”, alertaron. La diferencia se encuentra en la minería metalífera y de litio, que ofrecen mayor flexibilidad en la inserción de mujeres con credenciales educativas superiores.

Según Fundar, el 6% de las trabajadoras ejercen como profesionales contra el 3% de los trabajadores varones. “Se trata del nivel jerárquico con mayor cantidad de puestos ocupados por mujeres (18%), junto a oficinistas (21%) y no calificados (19%). La mayoría lo hace en calidad de geólogas, geofísicas, abogadas y contadoras; en menor medida, como ingenieras (de minas, metalúrgicas o químicas) y personal de enfermería. Por el contrario, no se registran casos de mujeres profesionales en puestos asociados con la informática, la arquitectura y otras ingenierías como la civil o la electrónica”, explicaron.
En otro orden, la brecha salarial de género se ubicó en torno al 10% en octubre de 2021, casi la mitad del 21% que se registra para el conjunto del empleo asalariado formal. “Esta acotada brecha salarial se debe, en parte, a la propia distribución ocupacional, ya que las mujeres suelen insertarse en puestos profesionales y de oficina, los trabajos que menor brecha salarial poseen. Si las mujeres tuviesen la misma distribución entre ocupaciones que los varones, la brecha aumentaría al 22%”, enfatizaron.

DESAFÍOS PENDIENTES

Entre los desafíos pendientes no solo se remarcó el ingreso al sector, caracterizado desde su origen por desarrollarse sin demanda de mujeres, sino también las experiencias en el trabajo y la sostenibilidad de esos empleos mineros.

Pero a las barreras estructurales, organizacionales y operativas, se les suman normas laborales desactualizadas, que constituyen barreras legales para el empleo de las mujeres en las minas.

Por otra parte, mucho se discute si una mujer puede equiparar el esfuerzo de un hombre en las tareas de campo, pero la mirada sobre el trabajo debe ser otra. Si bien se sabe que el trabajo en las minas no se detiene nunca, ya que opera durante las 24 horas del día y los 365 días del año, los mineros y mineras “trabajan y viven” en las instalaciones durante una serie consecutiva de días y, por relevo, descansan otra serie de días corridos en sus casas y lugares de residencia habituales. Dentro del sistema roster, el calendario de alternancia suele ser de 14×14 o 7×7 para oficiales y operarios, o de 8×6, 4×3 o 9×5 para personal jerárquico.

El ingreso de mujeres a la actividad minera no equivale necesariamente a una reestructuración de roles de género, porque durante las semanas en terreno, las trabajadoras no se desligan de las tareas domésticas y de cuidados, sino que buscan gestionarlas a distancia. «Implica una doble exigencia: demostrar la capacidad en el trabajo y “seguir siendo una buena madre”», advirtieron.

Lamentablemente, como dice Fundar, esta tensión entre las responsabilidades ligadas al trabajo y a la familia se resuelve, en

algunos casos, con la interrupción de la trayectoria laboral.

Desde Fundar destacaron que las Evaluaciones de Impacto Ambiental resultan una oportunidad única para trabajar sobre el diseño y cumplimiento de estándares mínimos de mujeres y diversidades, lo mismo que ocurre con los Planes de Gestión Ambiental. “En Argentina, se presenta una ventana única de oportunidad para profundizar las líneas de acción a partir de la visibilidad pública que ha ganado la actividad minera en los últimos años, las demandas catalizadas por el Ni Una Menos y movilizaciones feministas, como así también la creciente jerarquización de la mirada de género en los temas productivos entre organismos internacionales, directrices corporativas de casas matrices, organizaciones especializadas y organismos públicos”, concluyeron.