jueves, 28 noviembre, 2024
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LAS MUJERES EN LA GESTIÓN DEL RIESGO DE DESASTRES EN AMÉRICA LATINA

UNA ENCUESTA EN 10 PAÍSES –ENTRE ELLOS ARGENTINA- DETECTA LA BRECHA SOBRE LA PARTICIPACIÓN EN ESTA PROBLEMÁTICA

En un 74 % de las organizaciones consultadas, las mujeres se encuentran subrepresentadas, mientras que sólo en el 26% restante las mujeres son mayoría en los equipos de trabajo. En el 60% de los encuestados, los hombres superan a las mujeres en los espacios de toma de decisión, mientras que sólo el 14% de los encuestados han respondido que mujeres y varones están representados equitativamente.

El Instituto Latinoamericano para la Paz y la Ciudadanía (ILAPyC) marca: “La gestión del riesgo de desastres debe atender a las vulnerabilidades específicas de las mujeres frente a los desastres pero a su vez, es necesario que las incorpore a las diferentes estructuras de toma de decisión en un marco de igualdad”. ILUSTRACIÓN WEB.

De la Redacción de EL NORTE
diarias@diarioelnorte.com.ar

En una encuesta realizada en Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Venezuela a funcionarias de nivel local, provincial o nacional, académicas, voluntarias, bomberas, miembros de ONG y socorristas entre otras, el Instituto Latinoamericano para la Paz y la Ciudadanía (ILAPyC) pudo realizar un diagnóstico en materia de Mujer y Gestión del Riesgo de Desastres. La finalidad es poder detectar o reducir las brechas e inequidades a las que se enfrentan, y delinear estrategias de soporte a las mujeres de este sector.

En un 74 % de las organizaciones encuestadas, las mujeres se encuentran subrepresentadas, mientras que sólo en el 26% restante las mujeres son mayoría en los equipos de trabajo. En el 60% de los encuestados, los hombres superan a las mujeres en los espacios de toma de decisión, mientras que sólo el 14% de los encuestados han respondido que mujeres y varones están representados equitativamente.

Organizaciones internacionales como la Federación Internacional de la Cruz Roja (IFRC), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres (UNDRR), coinciden en que las mujeres son las principales perjudicadas durante un desastre. La forma en que un desastre afecta a las personas involucradas es diferente, ya que esto dependerá de su situación económica, de la condición social, de su género, etnia o edad.

POLÍTICAS PÚBLICAS QUE LAS INTEGREN

Un desastre es una perturbación grave del funcionamiento de una comunidad o sociedad a cualquier escala, debido a eventos peligrosos que interactúan con las condiciones sociales y económicas de la población y que causan pérdidas e impactos humanos, materiales, económicos y ambientales. Estos efectos pueden ser inmediatos y localizados, pero muchas veces son generalizados y pueden durar mucho tiempo.

Es que las desigualdades de género aumentan la vulnerabilidad de las mujeres y limitan su acceso a la información y los recursos que necesitan para reducir los riesgos que se derivan de los desastres. En muchas comunidades, las mujeres son las impulsoras de la reducción de los riesgos y de la respuesta en contingencias.

Investigadores en Bangladesh estudian la manera en se pueden mejorar las probabilidades de supervivencia de las mujeres, ya que en un desastre, ellas han muerto mucho más que los varones. Por eso es importante conocer cómo es la participación de las mujeres de América Latina, una de las regiones más afectadas por los desastres, para poder establecer políticas públicas que reconozcan el talento, habilidades y conocimientos de las mujeres para gestionar el riesgo.

NECESIDAD DE CAMBIO DE ENFOQUE

En la Gestión Integral del Riesgo de Desastres, aún se sigue abordando la cuestión de género desde una visión que pone en el lugar de víctima a la mujer, por sufrir un impacto diferenciado en una contingencia. Este punto de vista no considera que las mujeres son agente de cambio frente a los desastres y las emergencias, y piezas fundamentales en la mitigación del riesgo y la resiliencia de sus comunidades.

La mujer debe dejar de ser considerada víctima de un desastre, para ser protagonista de la gestión de riesgos y ser agente de cambio frente a ellos.

No hay dudas en la necesidad de garantizar y exigir la participación de las mujeres en todos los aspectos de las tomas de decisiones en la gestión del riesgo de desastres. Esto es clave para fomentar políticas, programas y estrategias que estén en línea con la promesa central y transformadora de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): “No dejar a nadie atrás”.

BARRERAS E INEQUIDADES

La desigualdad de género es profundamente ineficiente y es un obstáculo que conspira contra el desarrollo sostenible.

Para ello hay que eliminar los obstáculos que frenan o impiden la plena realización de las mujeres en el desarrollo de su carrera en la GIRD. Las encuestadas resaltaron los siguientes aspectos como las barreras a vencer:

Desigualdad de posibilidades de ascenso 35,7%.

Menor remuneración por igual trabajo que los hombres: 28.6%.

Falta de capacitación 33,3%.

Falta de asignación de responsabilidades 40,5%.

Existen obstáculos que amplifican las dificultades de las mujeres para realizar carreras en la Gestión del Riesgo de Desastres. Son las barreras a vencer por las generaciones futuras.

Y respecto de las inequidades que afrontan a diario las mujeres en el área de GIRD, se destacan dos respuestas:

Comentarios/bromas con sesgo sexista 45.2%.

Falta de espacio físico adecuado para el trabajo 33.3%.

El ILAPyC destaca en sus consideraciones finales que “el desaprovechamiento de las capacidades de las mujeres, que les impide acceder a cargos de toma de decisión, es un techo a la eficiencia de nuestras comunidades”. Y continúa: “Es de destacar que la gestión del riesgo de desastres debe atender a las vulnerabilidades específicas de las mujeres frente a los desastres pero a su vez, es necesario que las incorpore a las diferentes estructuras de toma de decisión en un marco de igualdad y así contribuir a crear espacios diversos, a impulsar la innovación y a cerrar las brechas estructurales. Es decir la gestión del riesgo debe ser para las mujeres y también por las mujeres”.

PROPUESTAS FUNDAMENTALES

De acuerdo con los datos de la CEPAL, para mediados del año 2022 América Latina y el Caribe tendrá una población de poco más de 665 millones de personas, de las cuales alrededor de 338 millones (51%) son mujeres. Sin embargo, las condiciones limitantes que mujeres y niñas enfrentan como, por ejemplo, la baja participación en la toma de decisiones familiares y comunitarias, el limitado acceso al manejo de las finanzas familiares y a servicios de bancarización, crédito, o el deficiente acceso a la asistencia sanitaria o a la educación, entre otros, se acentúan en la ruralidad, limitando aún más la capacidad de preparación y respuesta de las mujeres y niñas rurales a los eventos de desastre.

ONU Mujeres junto a la Oficina de las Naciones Unidas para Reducción de Riesgo de Desastres (UNDRR) presentaron un documento con propuestas para la reducción del riesgo de desastres con perspectiva de género:

Promover la diversidad y representatividad de actores involucrados en la RRD, priorizando alianzas con organizaciones de mujeres y feministas.

Incrementar el conocimiento sobre el enfoque de derechos humanos, género e interseccional en la RRD.

Desarrollar herramientas de generación de conocimiento del riesgo de desastres con enfoque de género e interseccional, evaluando en especial los factores subyacentes del riesgo.

Promover vínculos entre organizaciones de mujeres, feministas y de la sociedad civil para la producción de análisis y herramientas de RRD con enfoque de género.

Apoyar el liderazgo de las mujeres en las negociaciones y toma de decisiones sobre generación y manejo de conocimientos, fomentando el análisis de datos intercultural con enfoque de género en RRD.

Reconocer, valorar e incorporar conocimientos y saberes ancestrales de las mujeres, especialmente mujeres indígenas.

Alinear agendas y marcos normativos, así como políticas, estrategias y planes, para la RRD con enfoque de género interseccional.

Evaluar y fortalecer las capacidades técnicas y administrativas de las entidades públicas que lideran la formulación de políticas, agendas y marcos normativos de RRD, para incorporar el enfoque de género.

Establecer compromisos políticos para inversiones en RRD con enfoque de género desde el ámbito público, privado y de cooperación internacional.

Asegurar financiamiento sostenido para organizaciones feministas, de mujeres y de la sociedad civil.

Desarrollar procesos de educación sobre RRD con enfoque de género adaptados localmente.

Ampliar el trabajo con enfoque de género para territorios resilientes.