LAS MENTIRAS QUE NOS DECIMOS

No hay fronteras naturales porque el mundo no se formó pensando en países ni Estados ni reinos ni ninguna de esas cosas. El 25 de Mayo no fue una revolución contra España, sino por ella, y en la declaración de la independencia del 9 de Julio no estaban representados todos, y de hecho, había algunos foráneos, pero… cuando el Dibu atajó los penales contra Colombia y puteó a los rivales, ahí nos pegó la argentinidad, eso que no sabemos qué es, pero amamos tanto.

Germán Rodríguez
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Para ir aclarando, en el Congreso de Tucumán de 1816 que festejamos tan sueltos del cuerpo el viernes pasado, con un hermoso solcito patrio o toda la verdura que quieran meterle, no estaban representadas todas las provincias que actualmente integran la República Argentina como creemos inocentemente. Deliberaron diputados de regiones que no pertenecen hoy a la Argentina y, a su vez, no estuvieron representadas varias que son hoy importantes provincias de nuestra república. En el primer caso, se hallan Charcas, Mizque, Chichas, La Plata y Cochabamba, provincias altoperuanas que hoy integran Bolivia. En el segundo, no solo se hallan ausentes aquellas habitadas en esa época por comunidades mapuches, tehuelches, matacos, tobas, etc., como son las patagónicas y las del nordeste chaqueño. Además, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Misiones habían convergido en el Congreso convocado por Artigas, el Protector de los Pueblos Libres, en junio de 1815. Por su parte, Córdoba, también invitada por Artigas, participa finalmente en Tucumán, con escaso entusiasmo. Se realizaron, además, gestiones para que Chile y Paraguay envíen representantes, pero sin éxito.

Asimismo, no se declara “la independencia argentina” ni tampoco la de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sino la independencia de “las Provincias Unidas en Sud América”, según lo consigna el acta del Congreso correspondiente al 9 de julio de 1816, ratificando la concepción de “Patria Grande” que anima a los revolucionarios.

¿Y el 25 de mayo de 1810? La Revolución de Mayo fue una revolución democrática que reemplazó a un virrey absolutista, designado por el rey de España, por una Junta Popular, elegida por el pueblo movilizado en Buenos Aires. Los revolucionarios de 1810 juran lealtad a Fernando VII (pues el invento de “la máscara de Fernando VII” no resiste el menor análisis: no pudo haber existido esa mentira porque los pueblos no se pueden movilizar por un objetivo y que sus representantes juren lo contrario).

Hasta 1813, los revolucionarios en su mayoría pensaban que podían seguir perteneciendo a España junto con el resto de Hispanoamérica si España se democratizaba. Pero en 1813 España vuelve al absolutismo y a partir de allí se hace necesaria la declaración de la independencia.

De este modo, el Congreso de Tucumán concreta la ruptura con España, que no se había dispuesto en mayo de 1810, concluyendo con una situación confusa.

Pasión y nada más

Serán 22 boludos detrás de una pelota, pero mierda, cuando se ponen la camiseta de la selección, eso que no vamos a entender, porque no deja de ser un trapo colorido que desde la cuna nos enseñaron a respetar, venerar y amar dándole un sentido cuasi religioso, como que algo muy dentro de nosotros que tiene que ver con tradición y cultura metidas con soplete, nos hace vibrar la piel y latir aceleradamente el corazón. Hoy las batallas se disputan en el terreno de juego y lo único que se gana es el honor, el orgullo de pertenecer a algo grande que no entendemos, pero que en la totalidad que forma a cada persona, se siente como algo trascendental e histórico.

Y el “Dibu” se le plantó al delantero colombiano, ese histórico martes que nos llevó a esta final, y le dijo de todo, le metió el miedo con una fuerza y una arrogancia que nos conmovía. No había dudas de que iba a atajar el penal y estallamos en un grito de euforia que tanta falta nos hace desde hace tanto tiempo.

Covid de mierda que nos acota los festejos, que nos recuerda tan vulnerables, tan dependientes, que nos metió en una maraña de mentiras y cruces dialecticos sucios y pervertidos. Y nos vacunamos, y ya soñamos el día después, mientras vemos la pelota rodar por la televisión, ya que ir a la cancha es pecado.

El 9 de julio se festejó la independencia. En una época los militares desfilaban con armas por las calles y hoy son recordatorios y memes en las redes sociales, cada tiempo con su subordinación. Solo quienes lo vivieron en 1816, una época que se nos antoja de fantasía, sabrán realmente qué quisieron hacer, cuáles fueron los objetivos y qué territorio se pensaba. Solo esos fantasmas podrán hablar de esa jornada que el tiempo llenó de gloria y las reivindicaciones de dudas.

Fue esa vez, que declarada la Independencia de la Provincias Unidas en Sudamérica, San Martín, con su ejército y su bandera argentino-chileno (y luego peruanos) proclama: “Seamos libres y lo demás no importa nada”, en marcha hacia la Patria Grande por la cual también luchaba Bolívar, y aún hoy, seguimos luchando nosotros.