miércoles, 27 noviembre, 2024
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Edición N°

LA GUERRA CONTRA LA INFLACIÓN SE ESTARÍA COMPLICANDO

CRÓNICAS DE LA TIERRA MEDIA

Negocios arrasados, bolsillos destruidos, compradores desfalleciendo en las calles, un poder adquisitivo que muere desangrado en el campo de batalla, muestran la crudeza de esta guerra nacional contra la inflación. El general Alberto tiembla desde las trincheras mientras las tropas siguen desertando.

Germán Rodríguez
redaccion@diarioelnorte.com.ar

Las palabras sonaron atrevidas en la conferencia de prensa, ya no había paso atrás, no había tregua, Argentina entraba en la guerra, sabedores de que en el campo de batalla los primeros en morir son los inocentes y la verdad. Aunque a la misma ya la vienen ejecutando desde los comienzos de cualquier conflicto con matices conductistas. La guerra no era contra Rusia, al contrario, la madre de los enfrentamientos es contra la inflación y Alberto, cual San Martin antes de encarar a cruzar los Andes (esa gente cuando encaraba algo lo hacía a lo grande, nada de andar boludeando) observó a su equipo de economistas, abrazó a uno por uno, los bendijo y les deseo suerte en la batalla. “No tengo un caballo blanco, pero tengo un perro copado y sueño que cumplirles” dicen que le gustaría haber dicho pero que lo asesoraron como para que se calme.

Como primer medida el presidente anunció por cadena nacional que aquel que aumente los precios “es alto gil”, buscando un fuerte golpe de efecto entre los especuladores a los que no les gustaría que los gasten con ese apodo.



Pero nada fue color de rosa y el encantamiento del fragor del combate duró escasos minutos. Desde ese día que entramos en guerra el enemigo se mostró despiadado, criminal y vengativo. Los precios, preparando las defensas ante cualquier embate de las tropas del gobierno, aumentaron en casi todos los rubros, pero especialmente en los alimentos, porque en el manual del arte de la guerra del chinito Chuan chun chin o como se llame (ahí lo google, es Sun Tzu), especifica que lo primero que hay que cortar son las cadena de suministros del rival, dejar que el agresor desfallezca y pierda la voluntad de luchar. Y como si el golpe no hubiera sido efectivo las tropas inflacionarias aumentaron también NETFLIX lo que provocó corridas, angustia y miedo entre los civiles, que como marca la historia, son los primeros que pagan los platos rotos y se quedan sin mirar series. “Si me pierdo la cuarta temporada de Stranger things se pudre todo”, dicen que habría gritado la querida Fabiola abrazada a Dylan en los pasillos de la Casa Rosada)

Vamos perdiendo

Los pésimos resultados de los primeros días de batalla generaron dudas en el entorno del ejercito anti inflación, provocando deserciones e internas que mellaron en el ánimo de la tropa. Cristina empezó a indignarse de un gobierno que no la representa, y eso que es la vicepresidenta, lo que divide al peronismo una vez más, por lo que ya tendría unas setescientoveinticinco fragmentaciones desde su surgimiento en los 40. Alberto aun así pidió un aplauso para la ex mandataria, no se sabe si como reconocimiento o como homenaje a los caídos. Ese hombre es difícil de descifrar cuando se enoja.



Por otro lado las estrategias del gabinete de acusar de especuladores a los empresarios y estancieros, no logró el efecto deseado desde un principio de generar reflexión entre los poderosos, que debían sentirse conmovidos por las palabras del mandatario y así arrepentirse de sus actos, rezar diez padre nuestro y bajar los precios para así no tener nunca más ganancias como expiación a sus pecados. Al contrario, los denunciados como especuladores se sintieron ofendidos de que les digan que especulan y de bronca especularon con lo que podría ser la famosa batalla contra la inflación, especulando con aumentos, total para bajar hay tiempo (y nunca hay tiempo)

Para colmo el acuerdo con el FMI no parecería ayudar y aparecen opositores que se indignan de lo que está sucediendo, se oponen cual guevaristas al pago de la deuda (que contrajeron) y se pasean por distintos medios, literalmente cagandose de risa. Son jodidos che. Algún que otro despeinado propone medias tajantes y absurdas que van desde no pagar impuestos hasta poblar la luna y comer del queso con el que está hecha, total sabe que no va a ganar.



“Yo en diez días te bajo la inflación. No puede ser más difícil que armar una reposera”, dijo Mauricio tomándose un daiquiri en algún paraíso con sol.

Como les gusta hacer leña del árbol caído. Paren loco, estamos en un conflicto bélico con los precios altos, no jodan.

En fin, la guerra es despiadada, brutal y lejos de producir bajas en los enemigos, los precios siguen subiendo, el salario pierde poder adquisitivo, la calle es un martirio, los comedores siguen sumando gente, la pobreza aumenta sin control y para colmo tampoco nos podemos rendir. La guerra lleva una semana y ya estamos para tirar la toalla.