miércoles, 27 noviembre, 2024
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ENOLA HOLMES, HUELGA DE FOSFORERAS Y MEMORIA URBANA

Sarah Chapman -la chica que desaparece en la película- remite a una mujer que en verdad tuvo un rol significativo en la historia por los derechos de las mujeres. Era fosforera y denunció las condiciones de trabajo en la fábrica Bryant & May, sobre todo las consecuencias de manipular sustancias tóxicas. Lideró la huelga de 1888, que fue un antes y un después para el movimiento obrero británico.

Hace una semana se estrenó en Netflix la segunda película de la saga de Enola Holmes, la hermana de Sherlock Holmes, interpretada por Millie Bobby Brown. Cuenta las aventuras de una joven detective que quiere seguir los pasos de su hermano pero a su manera. Enola investiga la desaparición de Sarah Chapman, una trabajadora de la fábrica de fósforos.

Cuando le preguntaron al director por qué había elegido hablar de la huelga de las fosforeras que en verdad existieron, Harry Bradbeer dijo que quería que la segunda parte “se trate de la corrupción empresarial y el control de los trabajadores en esa época”. “El final del siglo XIX fue un periodo extraordinario para el nacimiento del movimiento sindical y de la gente que defendía sus derechos. Relacionamos los eventos reales de la huelga de las cerilleras, que fue políticamente relevante y también es relevante en la actualidad. Es repugnante pensar que eso todavía está sucediendo. Las mujeres todavía tienen que estar unidas, lo están haciendo en Irán en este momento, para levantarse como grupo, y no pueden trabajar las unas sin las otras, tienen que estar hombro con hombro. Eso requiere un gran coraje. Se necesita coraje para cambiar”, consideró.

Sarah Chapman -la chica que desaparece en la película- remite a una mujer que en verdad tuvo un rol significativo en la historia por los derechos de las mujeres. Era fosforera y denunció las condiciones de trabajo en la fábrica Bryant & May, sobre todo las consecuencias de manipular sustancias tóxicas. Lideró la huelga de 1888, que fue un antes y un después para el movimiento obrero británico.

Annie Bessant

Todo empezó con el artículo en un diario socialista. En junio de 1888, la periodista socialista Annie Bessant escribe un artículo contando cómo se trabajaba en la fábrica de fósforos Bryant & May. Insalubridad, jornadas largas y castigos económicos (multas por llegar un minuto tarde, por hablar o moverse de la mesa de trabajo). A las fosforeras les decían “chicas” porque eran obreras de entre 15 y 20 años, era un trabajo poco calificado y la principal fuente de empleo para las mujeres jóvenes que no tenían familia o tenían que llevar un ingreso a su casa.

Cuando se publica el artículo de Annie Bessant, echan a dos trabajadoras que se niegan a firmar una declaración para desmentir esa versión en los medios. Sarah Champan y otras obreras hablan con la periodista y le piden ayuda para organizarse porque ningún sindicato las representaba. ¿Por qué ella? Porque sabían que Bessant era activista y apoyaba al movimiento sufragista.

Huella en la ciudad

¿Qué pasó después? En julio de 1888, 1400 obreras paralizaron la fábrica Bryant & May. Sus demandas fueron: mejores condiciones laborales, que se acaben los descuentos y las multas y que reincorporen a las despedidas. Con el apoyo de sufragistas, sindicalistas y grupos socialistas, organizan un comité de huelga que más tarde va a fundar el primer sindicato de mujeres, y el primero de trabajadoras y trabajadores no calificados. Esto representaría un cambio clave para todo el movimiento obrero británico.

Los empresarios desestimaron el artículo de Annie Bessant en un pequeño diario, pero cuando levantó la voz hubo un efecto dominó: boicots, mitines de apoyo, se acercaron los trabajadores de otras fábricas. La empresa tuvo que sentarse a negociar.

Las fosforeras fueron el puntapié de lo que se llamó el “nuevo sindicalismo”: organizaba a las que no estaban organizadas en busca de condiciones de trabajo.