EL GOBIERNO RETOMA PROYECTO DE CONSTRUCCIÓN DEL GASODUCTO VACA MUERTA – SAN NICOLÁS

El Ejecutivo nacional reaviva el plan de construir un gasoducto que permita evacuar la producción de Vaca Muerta, desde Neuquén hasta nuestra ciudad. Buscan financiamiento de China, Rusia u organismos multilaterales. El objetivo es desplazar importaciones y evitar la salida de u$s 1100 millones anuales de las reservas del BCRA.

De la redacción de EL NORTE
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El Gobierno sueña con dejar de importar gas licuado en los próximos años, a la par del crecimiento de la producción en Vaca Muerta. El plan oficial es rediseñar la matriz para evitar la salida de u$s 1100 millones anuales de las reservas internacionales del Banco Central (BCRA) y generar un ahorro fiscal de u$s 500 millones por cada ejercicio.
“Estaríamos dejando de pagar u$s 6,50 por millón de BTU más el costo de regasificación en el caso del gas licuado o más de u$s 12 de combustibles líquidos para abonar u$s 4,70 en el invierno a los productores locales”, graficó un técnico del Frente de Todos.
Para eso, la administración de Alberto Fernández buscará que China, Rusia u organismos multilaterales de crédito como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financien la construcción de un nuevo gasoducto por unos u$s 2300 millones para evacuar el gas natural que se extrae en Neuquén hasta las inmediaciones de la Ciudad de Buenos Aires, el centro de consumo más importante de la Argentina.
Se trata del mismo proyecto que tenía la anterior gestión y que lanzaron en 2019 el expresidente Mauricio Macri y el exsecretario de Energía, Gustavo Lopetegui. Éste fue cancelado por el actual Gobierno el año pasado y rediseñado en algunos aspectos.

Hasta San Nicolás

El proyecto anterior se iba a pagar mediante precios que iban a terminar encareciendo el costo para los usuarios o para el Estado, a través de subsidios. En cambio, el nuevo gasoducto que planea el oficialismo para que salga de Tratayén (Neuquén) hasta Salliqueló (Buenos Aires) y luego llegue hasta San Nicolás, se repagaría mediante tarifas reguladas para el transporte del fluido, con la concesión de Transportadora de Gas del Centro (TGC).
Esta obra no solamente está pensada para aliviar el sistema desde la Cuenca Neuquina sino que también aportaría soluciones a la Cuenca Austral (Tierra del Fuego y sur de Santa Cruz) y la Cuenca del Golfo San Jorge (norte de Santa Cruz y sur de Chubut).
Con todo, el sistema de gasoductos (que desde Neuquén soporta cerca de 85 millones de metros cúbicos por día -MMm3/d) podría ampliar su capacidad de transporte en más de 35 MMm3/d.
Otras fuentes, no obstante, se animan a hablar de hasta 60 MMm3/d, con obras complementarias de loop y estaciones de compresión a lo largo de los caños troncales que recorren el país, que costarían entre u$s 600 a u$s 800 millones más.
Un loop en el gasoducto iría hacia la Ciudad de Buenos Aires, para las centrales termoeléctricas como las de Central Puerto y las de Enel (Costanera y Dock Sud).
También está en la mira del Gobierno exportar gas al sur del Brasil, aunque creen que hay poco interés de los empresarios industriales de Porto Alegre y San Pablo, pese a que su costo de abastecimiento es cerca de tres veces más caro que en la Argentina.

Paso a paso

El objetivo prioritario es desplazar por completo las importaciones de combustibles líquidos que se utilizan en la generación eléctrica (gasoil y fuel oil) como sustitutos del gas natural en momentos en los que otros sectores (usuarios residenciales y comercios, a los que no se les puede interrumpir nunca el suministro) incrementan su demanda.
Los líquidos son la alternativa más cara de abastecimiento, con costos que superan los
u$s 10 e incluso u$s 12 por millón de BTU.
Lo siguiente será eliminar las compras en el exterior del Gas Natural Licuado (GNL), que comenzaron en 2008 y que llegaron a representar una importante salida de divisas entre 2012 y 2015, una de las razones por las que se instrumentó el cepo cambiario. Para este año, todas las compras de gas licuado sumarían más de u$s 1000 millones.
Las habilitaciones de centrales de energías renovables aportan oxígeno a la matriz energética argentina, que también depende de las lluvias en el norte y centro de Sudamérica para producir energía hidroeléctrica.