jueves, 28 noviembre, 2024
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COSQUÍN: AQUÍ MUJERES HACIENDO HISTORIA

UNA QUE SEPAMOS TODAS

Con 62 años de historia, el Festival Nacional de Folclore significó la consagración de grandes músicas argentinas. Desde “La Cuyanita” Hilda Rufino a Mercedes Sosa, Marián Farías Gómez o ‘la Sole’ Pastorutti. Un escenario que en el siglo XXI sigue impulsando a nuevas artistas, y andando un camino con un concepto amplio e inclusivo.

Es en la última luna de la edición de 1965 cuando la Plaza Próspero Molina va a presenciar por primera vez el cantar de una artista tucumana, infinita: Mercedes Sosa.

En la primera edición del festival “Cosquín”, en 1961, la voz de Hila Rufino, “La Cuyanita”, cantora y compositora sanjuanina, se alzaba en la noche de cierre desde el escenario empotrado sobre la Ruta Nacional 38. Unos años más tarde, cuando el festival ya estaba reconocido oficialmente, la participación femenina se acrecentó, con artistas que ya estaban consagradas, y otras que encontrarían allí un primer reconocimiento por parte del público y el jurado.


Así, en la edición de 1964, en el escenario pudo verse a la ya consagrada Ramona Galarza, con una repercusión popular que en ningún festival anterior había alcanzado una voz femenina, según afirmaba la revista Folklore, en una nota sobre su participación titulada “La Primera Dama del festival”.


Luego se sumaron Carmen Guzmán, Suma Paz y Margarita Palacios.


Con gran suceso se presentaron también aquel año Las Tres Marías del Paraná, uno de los primeros tríos femeninos de nuestro folclore.


El jurado otorgó el primer premio a la solista femenina Nélida Argentina Zenón, de la delegación de Corrientes, y comenzaría así el camino de esta gran cantante, autora, compositora, que grabó más de 20 discos, y tiene registradas como compositora más de 100 obras.


El conjunto vocal El Plumerillo, conformado por seis cantantes mujeres, de la delegación mendocina, recibió un premio “estímulo”; en tanto, “revelación” fue elegida Jovita Díaz (como cancionista).

Mercedes Sosa


Es en la última luna de la edición de 1965 cuando la Plaza Próspero Molina va a presenciar por primera vez el cantar de una artista tucumana, infinita. En aquel momento Mercedes Sosa tenía dos discos grabados, y un rol muy relevante en el Movimiento del Nuevo Cancionero, no estaba incluida en la grilla del festival por razones políticas, pero pudo subir a ese escenario porque el gran Jorge Cafrune se jugó por ella, y la invitó a cantar.

Sola con su caja, la voz de la tierra llegó hasta el cielo: “Canción del derrumbe indio” fue el tema con el que debutó en Cosquín, dejó al público totalmente fascinado, y también a los representantes de la industria musical que se hallaban allí, que de inmediato se interesaron por llevar esa voz a los estudios de grabación.


También en esta misma edición de 1965, el festival tuvo la fortuna de escuchar también a quien pronto iba a ser una de las grandes referentes de nuestro folclore: Marián Farías Gómez. En aquella ocasión, se presentó con Los Huanca Huá, conjunto al que se había sumado dos años antes, como primera voz, en reemplazo de Hernán Figueroa Reyes.


Al año siguiente, en 1966, debutaron en Cosquín Los Hermanos Ábalos, y allí estaba su cantante Julia Elena Dávalos. En los años 70, el festival contó con la presencia de quien iba a convertirse en una de las voces más relevantes de la historia del chamamé: en la edición de 1971, la misionera María Ofelia ganó el primer premio como Solista Vocal. Más tarde, en la edición de 1977, se consagraba allí Ángela Irene.

Los 80 del Cosquín


Es en la década de los ochenta, cuando Teresa Parodi gana su Premio Consagración, en 1984, con el regreso de la democracia, y con canciones propias de profundo contenido social que veían la luz luego de la dictadura.


Marián Farías Gómez estrena en el Festival Cosquín de la Canción la chacarera “La Salomecita” (un poema de su madre Pocha Barros y música de Cuti Carabajal) y obtiene una Mención Especial.


Antes de que terminara esa década, otra artista enorme, Suna Rocha, se convertía en la consagración de Cosquín, en su edición de 1988, interpretando mitos y leyendas criollas.

Los 90 del Cosquín


La década llegó con cambio de paradigma -el “folklore joven”- y fue testigo del surgimiento y consagración del “huracán” de Arequito. Soledad Pastorutti pasó de la peña oficial al escenario Atahualpa Yupanqui. Fue en 1996 cuando cantó tres chacareras revoleando su poncho y contagiando al público con un fervor imparable. Al año siguiente, volvió a arrasar con su voz y su carisma, y obtuvo el premio Consagración.


En el último año de la década, Roxana Carabajal se presentó en el Festival como solista, y, para el cierre, dentro del grupo de Peteco. La artista fue distinguida con el Premio Consagración, compartido con Facundo Toro.

Siglo XXI del Cosquín


En el informe de Télam, se registra que en lo que va del siglo XXI, de los 44 premios Consagración y Revelación otorgados a lo largo de estos veintidós años, ocho fueron para mujeres.


La primera en recibir uno fue la coplera Mariana Carrizo, galardonada con el Premio Consagración.


En 2005 sería el turno de la sanjuanina Claudia Pirán y la santafesina Mariel Ivana Trimaglio, quienes fueron reconocidas con los premios Consagración y Revelación, respectivamente. En 2008, Ángeles Bracenas, la bonaerense de Chascomús, se alzó con el Premio Revelación. Al año siguiente, la salteña Mariana Crayón era distinguida con el Premio Consagración. Tres años después, fue el turno de la joven platense Milena Salamanca, con el Premio Revelación 2012.


Tendrían que pasar otros cinco años hasta ver a otra mujer artista ser reconocida con el Premio Consagración: la Bruja Salguero.


“Cantar en ese escenario, con lo que representa el folclore en nuestro país, donde las expresiones sobre lo que puede o no puede o debe o no debe hacer un hombre o una mujer suelen ser tan rígidas, poder visualizar esta identidad no binaria por primera vez en un festival como Cosquín, yo lo señalo como un triunfo.

Aunque en esta oportunidad no haya ganado el certamen, creo que hemos ganado todes como sociedad”, declaraba a la prensa Ferni de Gyldenfeldt, la primera cantante trans no binaria de folclore, tras haberse presentado en el Pre-Cosquín.

Algo que ella misma consiguió a fuerza de Inadi y la denuncia que planteaba su exclusión del escenario por no encajar en ninguna de las categorías del certamen. Finalmente, se creó la categoría “solista vocal” en reemplazo de las tradicionales “voz femenina” y “voz masculina”.


En ese mismo año, 2022, el Premio Revelación fue para la cantante tucumana Sofía Assis. En la figura de la última mujer premiada hasta el momento se encarnan la esperanza y el deseo de nuevos reconocimientos para nuestras folcloristas, que por estos días se presentan en el escenario como Yamila Cafrune, Belén Herrera, Micaela Chauque, La Charo, Carolina Peleritti, Marí Fernanda Juárez, Milena Salamanca, la Bruja Salguero, Roxana Carabajal, Maggie Cullen, Alma Carpera, Marina González, Nacha Roldán, Ciudadanas: Laura Molinas y Magalí Juáres; Lucía Ceresani, Flor Paz, la misma Sofía Assis y Soledad Pastorutti.