miércoles, 27 noviembre, 2024
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CHE, ¿Y QUÉ HACEMOS CON LA PANDEMIA?

Y estamos en la zona gris de las indecisiones y el absurdo, donde no sabemos qué se dice y menos qué se hace. Los barbijos siguen formando cada vez menos parte de la jungla ciudadana, su utilidad se desconoce y con los boliches activos, las canchas con gente, los encuentros sociales sin restricciones, todavía parece raro que haya que usarlos en ciertos lugares. ¿Hasta cuándo hay que caretearla?

Germán Rodríguez
diarioelnorte@diarioelnorte.com.ar

Hablar del calor es entrar al lugar común de toda conversación que no sea el River de Gallardo, la indecisión de las elecciones, el dólar que calladito se va a la mierda y la cacería de brujas de precios que ya uno no sabe si está bien o está mal, pero que no alcanza no alcanza. Llegó el calor con pesadez después de una previa de gripes generales y ahí nos acordamos del covid, pero como algo del pasado.



Los resultados de las PASO hicieron dar cuenta al Gobierno de que ya lo del coronavirus no era para tanto y que, bueno, vayamos liberando las cosas nomás. Entonces desde la oposición, que siempre quisieron que todo estuviera sin restricciones, les empezó a hacer ruido y comenzaron a preocuparse por la pandemia, jugando siempre al eterno enfrentamiento eleccionario, donde un voto vale cualquier cosa, la gente importa una mierda y los discursos, como el río de Heráclito, cambian a cada rato y ni se asemejan al anterior. Esto de vivir en continua campaña hace que la indefinición de las encuestas se pueda ir para cualquier lado.

En fin, los boliches están más que activos, la gente baila apretujada, y los barbijos parecen ridículos, pero todavía hay comercios que no aceptan más de dos personas y todos tienen que estar con la enagua ajustada a la cara, como si de ahí no salieran y compartieran mates y abrazos con el resto. Entonces todo se vuelve una gran hipocresía, una mentira de la que somos partícipes.



Ridículos

El caso más llamativo es el de los bancos. ¿Hasta cuándo van a tener a los jubilados apretados a la vereda y dando turnos para atender? Ya se están pasando de mambo pero acatando la ley, mientras que el covid pasa a ser un chiste reglamentario y no una prevención necesaria.

Jodemos con la memoria del cuidado extremo del año pasado, pagamos sus consecuencias de pobreza y marginalidad y esperamos que se legisle con un poco más de cordura.



A ver, no jodamos, el aforo de las canchas es una estupidez que nadie obedece y no tiene sentido. Sí, la verdad es que todos terminan amontonados y los clubes necesitan recaudar, y así con todo lo que se les ocurra, sean recitales, torneos, boliches, parques, festivales, cines, autódromo, megafiestas. ¿Acaso el covid no actúa si la gente está distraída con algún evento, pero sí lo hace si van a hacer compras? ¿Hay algún sentido de las cosas?

También la baja de casos y la vacunación masiva, que se hizo esperar pero llegó con todo, colaboran a cortarla de una vez por toda con el tema de la pandemia y que esta deje de ser una manipulación política.



El covid, que en estos momentos debe tener múltiples variantes, dejó de importar. Hoy a la opinión pública la domina el quilombo de los mapuches en el sur, el dólar que no tiene techo, la inflación que suma pobres y las prontas elecciones que se recrudecen en una campaña absurda como las medidas del coronavirus.

A nuestros descendientes alguna vez intentaremos contarles lo que pasó, la historia escribirá sus libros, le pondrá capítulo especial a este año…, pero bueno, digámosle a las nuevas generaciones que el bardo duró una década o algo así para no quedar tan flojitos al lado de la peste negra o la gripe española.