jueves, 6 febrero, 2025
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Carlos Colombo presenta “Piel, el cuerpo como ofrenda”

El artista plástico nicoleño expondrá sus esculturas y pinturas en Rumbo, este viernes a las 20.

El artista Carlos Colombo expondrá sus esculturas y pinturas en la sala “Rómulo Elena”, de la Asociación Cultural Rumbo (9 de julio 80). La muestra constará de una única noche, este viernes 7 a partir de las 20.

Su obra

El cuerpo humano es un signo de interrogación que deambula por las más variadas ciudades y culturas; se abre camino a través de imposiciones, explicaciones, prejuicios. El cuerpo humano es también otro tipo de signo, más vitalista, de voluntad ciega, nihilista, instinto, impulso. El cuerpo siempre crea problemas, de todo tipo. Se lo rodea, se lo intenta explicar. Pero siempre sale indemne, avasallador, sin explicaciones explica su fuerza arrolladora y contradictoria. Somos un cuerpo. Lo demás está por verse.

En el antiguo Egipto, con su estética bajo control, las figuras sedentes o arrodilladas de personajes ideales, demostraban al espectador y a la divinidad el privilegio de contemplar y de ser lo más puro, inmaculado y hierático. La perfección en lo observable y en lo observado. El cuerpo estático de estas estatuillas era la ofrenda a la divinidad. En posición sumisa, se entregaba al dios.

Aquí comienza la historia de las obras de Carlos Colombo. Sus exvotos son los cuerpos, la piel, que se entrega arrodillada, cautiva también. Las figuras poseen diferentes atributos: coronas, cascos corintios, símbolos de una antigüedad, pero también del personaje, la máscara, el otro yo, la persona.

Otros tienen la coronación del cuerpo ofrecido, lo que muestra y otorga, la piel con los agregados que la dominan, la someten, la hacen ofrenda, y por lo tanto, deseable y oculta.

La construcción del discurso del cuerpo siempre necesita de otro afuera, que mira y juzga, que va a desear, que va a coaccionar. Entonces allí están los ídolos adorados que observan, como mojones plantados en el espacio, a los que se les ofrece, porque a ellos aspira el deseo, y como ya sabemos al deseo no se le puede decir qué desear. Estos objetos son los imanes de la conducta, con sus formas redondeadas y sensuales (sabemos que la curva, el volumen, produce temblores en la percepción humana). A ellos van dirigidas las súplicas.
De lado, como contemplando el ritual de adoración, vemos la pintura, la bidimensión que cierra y consagra, culminación de los cuerpos, pero ahora en plano de la realidad, en el anclaje de lo cotidiano, con la luz del presente.

Texto: Profesor, poeta y artista plástico Pablo Balbis