SOÑANDO EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA

La aceleración de la vacunación, eso que parecía casi utópico -aunque las segundas dosis se toman su tiempo- da la facultad de soñar con el fin de esta pesadilla, de ponerle alguna fecha tentativa a esta larga noche que sumió a la humanidad en sus miserias, sus egoísmos y el sálvese quien pueda. Nos ilusionamos con una normalidad que se nos antoja tan lejana y en ese contacto con el otro, al que por más de un año vimos como el contagio. Reconstruirnos desde el bolsillo y las relaciones serán el próximo desafío.

Germán Rodríguez
diarioelnorte@diarioelnorte.com.ar

¿Qué nos queda por soñar después de esta pandemia? La aceleración de la vacunación, que se ve que ahora sí están llegando muchas vacunas (aunque las segundas dosis pintan a siesta) y que ya no es solo una disputa política que mermaba a propios y extraños, nos acercan más al sueño del retorno, al eterno retorno de Nietzsche, a volver a ilusionarnos y acostumbrarnos a un mundo que se nos antoja de otra vida.

Podemos creer de nuevo en la libertad total, en poder andar a cualquier hora sin miedo a nada, de juntarnos, especialmente de amucharnos, de recuperar el roce, el contacto físico, el saludo con un beso tan común en Argentina, el abrazo, ese don de afecto y gol que explota nuestra sangre latina. Queremos creer que se podrá trabajar, que aumentará la demanda laboral, que la plata tendrá dónde gastarse y que los gastronómicos sentirán que el corazón puede volver  a latir.

Sentiremos que ya no hay un monstruo invisible matándonos, que no tendremos que aislarnos por cualquier miedo, que no estaremos mirando con temor a nuestros mayores y aquellos afectados por cualquier dolencia que pueden morir de golpe por un mal traído de la otra punta del mundo.

Volverán las clases normales y el bullicio de la ciudad, los chicos corriendo, riendo, la rutina de vuelta con otros problemas tratando de acomodarnos, porque el bolsillo quedó desnutrido de tanto mal económico.

Bailar pegados

Soñaremos con los boliches, con el amontonamiento, en el roce impersonal, en reconocernos con las caras en la oscuridad y las luces cortando el salón, la música estridente, la fiesta, el baile, el alcohol y el encuentro. Conocer a alguien en la noche, jugar a los juegos de seducción como antes y no tanto por Tinder buscando perfiles, pintando refranes cursis llenos de faltas de ortografía en redes sociales, metidos en una ruleta de amor en la que generalmente se pierde. Saltar con la música en la piel, reencontrándonos en el goce, con el otro, amigarnos con ese universo tan distinto que esta época nos dibujó como peligroso, como portador de la muerte.

Soñaremos las aguas de nuestro río que se va perdiendo en tierra, esperaremos el verano en los clubes yendo a las canchas llenas, los teatros llenos, viajando sin problemas, recorriendo y disfrutando, sintiendo que si vamos a otra ciudad, no somos el conquistador que lleva solo muerte y tristeza y que los que vengan serán bienvenidos como turistas y no pediremos que se los encierre en un hotel prisión.

El otro

Nos encontraremos de nuevo con el otro, nos contaremos nuestros padeceres, querremos borrar de la memoria esta época perdida donde no logramos ser mejores. Entenderemos que cuando pasan cosas malas afloran las envidias, el maltrato, los ventajeros, la codicia y el odio. También hay héroes, contados eso sí, como el personal de salud que desde el primer día la vienen sufriendo, con sueldos magros por supuesto.

Nos encontraremos haciendo malabares para sobrevivir, rezongando el fastidio de los tiempos vacíos, el tedio existencial que se pierde en esas horas que no vuelven, nos preguntaremos de esos amores perdidos y de los nuevos, de esos especiales nacidos en la oscuridad del planeta.

Sabremos también tristemente que no nos volvimos mejores, que nos golpeamos, que nos supimos que no somos los dueños de nada, que el control es un cuentito de la infancia que nos meten en la cabeza para que podamos dormir. Estamos perdidos en una roca que no entendemos y podemos morir de cualquiera de nuestras estupideces, pero aun así nos vacunamos y tercos seguimos para un futuro, del que si algo aprendimos es que nos puede salir con cualquier cosa.

¿Para cuándo está programada la llegada de los extraterrestres?