LAS BATALLAS QUE PERDEMOS

Crónicas de la Tierra Media

Mañana saltaremos a fase 2 porque se fue todo al carajo. Al final lo de la carpa cortando Savio era un bolazo, ya que en el peor momento no aparece y con solo dos casos montaban el circo. El covid nos pega en la pera y con más restricciones, el desempleo también. Los más vivos se vacunan a escondidas mientras los giles piensan como llegar a fin de mes.

Germán Rodríguez
diarioelnorte@diarioelnorte.com.ar

Se fue todo al carajo, es verdad, las camas saturadas donde toda previsión fue insuficiente y los mensajes tan contradictorios que la cosa terminó como solo podía terminar. Contagiados récord, muertes sumándose, y el pobre empleado que agarra El Norte y ve que vamos a fase 2 y va tener que seguir sin trabajar hasta no se sabe cuándo. Contale a él o a los familiares de los enfermos que falló el negocio de no sé qué vacuna que no nos mandaron, pero que llegaron como 15 millones en total y que por eso hay que cantar el Himno (pero no la versión inclusiva porque no vaya a ser que la patria se desmorone) cuando por más fuerte que suene son totalmente insuficientes, ya que hacen falta 80 millones para vacunar a todos con dos dosis. Contale a ese que tiene 50 años y posee enfermedades de riesgo, que siguen vacunando pibes con reglas poco claras cuando a él todavía no le colocaron ni la primera. Contá la historia como quieras. Si querés y estás del otro lado (ese es el problema, que haya tantos lados), indignante criticando al Gobierno actual olvidando de que el sistema de salud está hecho mierda gracias a lo que dejaron. Pero hacerse cargo de eso jamás nadie, ni ellos ni estos ni ninguno. Humanos tan humanos, diría Nietzsche renegando de esa condición en el siglo XIX.

El anillo de la hijoputez

Hay un mito más viejo todavía que se puede ver en el libro la Republica de Platón, donde antoja una forma de gobierno ideal, medio facho, eso sí, pensada hace como 3000 años. Ahí aparece la historia del anillo de Giges, que es el que nos compete. La cosa es así, un pastor cansado de servir a los poderosos encuentra un anillo mágico que al ponérselo lo volvía invisible. Ahí el tipo hizo todas las maldades habidas y por haber escudado en el manto del anonimato. Se metía en baños a espiar minas, robaba a mansalva, cometía crímenes y zarpado de poder enamoró a la reina y cagó matando al rey. Muy hijo de puta el tipo. La cuestión es que ese cuento viene a colación de que le decían a Platón, en unos supuestos diálogos incomprobables, que el hombre en el anonimato es capaz de cualquier fechoría, que solo lo detiene el castigo o la promesa del mismo. A lo que Platón dijo que no era tan así, que estaban exagerando. El mito del anillo fue tomado muchos años después por Jr. Tolkien para escribir “El señor de los anillos” donde se refleja cómo el anillo de los nibelungos corrompía a Gollum y lo hacía malo.

Siguiendo con lo que escribió Platón, Thomas Hobbes en el “Leviatán” que ya hemos mencionado, dice que el hombre es cara de verga por naturaleza, que hace falta un Estado que vigile y castigue para que no nos matemos entre todos, a lo que lo refutaría años después Roseau diciendo que en realidad el hombre es bueno por naturaleza y es el sistema el que lo corrompe. Bueno, así estuvieron peleándose las posturas filosóficas de la relación del hombre y el Estado llegando a variadas conclusiones en las que todos desde diversos puntos de vista tienen razón.

Ahora

A lo que vamos con toda esta diatriba es que el anillo de Giges es el que se pone más gente de la que se piensa diariamente. El ejemplo más top del momento y que refleja las miserias que nos constituyen, o que constituyen a un sector, es el de la vacunación VIP. La vacuna contra el covid que varios se ponen cuando no se debe. Porque, mis amigos, de una u otra manera es en los momentos de mayor peligro donde afloran los peores comportamientos. Desde el anonimato, vacunar  a quien no se debe es hacer uso de ese poder especial. Que no te vean como el anillo de la invisibilidad y aprovecharte de otros boludos que siguen esperando en la lista, obviamente gracias a una afinidad política o amistad de otros que forjan anillos mágicos a diestra y siniestra, es un claro ejemplo.

Esa manera de manejarnos en el mundo, porque convengamos que la corrupción no es invento argentino, es la que nos tiene así, atados a una pandemia que nos desnuda, expone y señala.

Hobbes aplaude a rabiar cuando ve esas cosas porque siente que le dan la razón, pero también están los que en esta época hacen sacrificios insuperables, como el personal de salud, como esos otros que se la juegan por los que están cayendo a montones del sistema, por los que ceden su lugar a los enfermos, por los mismos empresarios que siguen sosteniendo trabajos a costa de perder y con escasa ayuda de quienes les ordenan cerrar. El mundo parece una mierda en estas circunstancias pero hay todavía gente que nos da esperanzas, que, como el Titán Atla, se cargan la tierra a sus espaldas y creen que nos podemos salvar.

A pesar de esos miserables que se calzan el anillo como Gollum.