miércoles, 27 noviembre, 2024
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Edición N°

ENTONCES, ¿DE QUIÉN SON LAS CALLES?

Gritos y bombos que cortan Urquiza, caos de tránsito, amenazas de muerte y poder, de despidos y tragedias, con broncas que vomitan anuncios de guerra. Y ahí está la violencia contenida, como un león relamiéndose, caminando entre la gente, los manifestantes, los sindicalistas, los transeúntes, los policías, el Poder Judicial y el municipal. Un monstruo dormido que susurra en los oídos. Una bomba que nadie quiere activar, pero tampoco desarmar.

Las calles probablemente no tengan dueño.

Germán Rodríguez
diarioelnorte@diarioelnorte.com.ar

¿De quién son las calles y las protestas?, ¿hay un dueño o lo somos todos?, ¿hay un sentido o solo la naturaleza que nos recuerda que el más fuerte marca las reglas? Los derechos se inventaron para hacernos creer que somos libres, que tomamos decisiones y opinamos por nosotros mismos, nos hacen creer que termina y empieza en el otro como si hubiera un orden de las cosas, un sentido que arma el rompecabezas.

Pero las voces que se escuchan y se repiten son pocas, están pautadas y estructuradas, son gritos mudos que se pierden en oídos sordos. Entonces el remanido y manipulado derecho a peticionar toma las calles, corta el paso y da sonido a la voz débil. Pero no siempre es así, también tomar la calle es declarar la guerra, es avisarle a todos que algo grande pasa, o que para lo que para algunos es algo grande debe serlo para todos, porque salvo para sus participantes, ¿a quién carajo de los nicoleños le importan las internas de la Uocra? Entonces tomar la calle es tomarnos a todos en cuestiones que no entendemos.

Esta semana, Urquiza estuvo cortada frente a la sede del sindicato de constructores y las fuerzas sindicales se enfrentaron, por suerte tan solo con gritos y bombos, con amenazas también, pero sin que la violencia llame a la sangre. Una guerra fría de posturas duras que cortaron el paso y nos sumergieron en sus cuestiones.



Hipótesis de guerra

Panorama uno: no se separaban a las facciones, se envalentonaban de más y algunos con intereses propios y otros utilizados por los ajenos chocaban pesadamente y corría sangre en el asfalto. La policía de lejos esperando alguna orden para intervenir, pero dejando que la naturaleza cumpla sus funciones primigenias que, como dijo Thomas Hobbes, nos recuerdan que el hombre es lobo del hombre, que la ley la pone el más fuerte, el que no tiene miedo a morir como recitaba también Hegel y la masacre decidirá quién lidera el gremio, como hace muchos años cuando el liderazgo se definía con armas en la mesa.

Panorama dos: la gente se cansa de los manifestantes y exigen represión y despeje de calles porque, como dijimos anteriormente, no queda muy claro de que se trata tanto lío y, por supuesto, con los ánimos caldeados de desinformación en las redes sociales que vinculan la política en todo, aunque el poder es un juego no apto para mortales e inocentes. Como sea, la gente enojada choca con manifestantes, se dan a lugar peleas de pobres contra pobres y la policía separando, un papelón.

Panorama tres: la policía no entiende de qué va la protesta, se pasan las fechas lógicas, piden actuar al juez, que acepta el pedido, se pasa a reprimir, las facciones disidentes se unen, se efectúan disparos, golpes, cámaras tomando todo, escándalo de represión, los medios nacionales captan las imágenes, todos se meten, muchos heridos, tal vez un muerto y ese resultado, que quizá le convenga a alguno, tiñe de rojo las protestas que quedan menos claras.

Panorama cuatro: desgaste, que se cansen, que la policía no se mueva, que nadie tome ninguna decisión, que el tránsito se desvíe nomás, que el centro siga tomado, que los colectivos, autos y transeúntes tengan que desviarse, que los comercios de la zona no funcionen y todo por un conflicto que solo los que están dentro saben cuál es su detonante y hasta ahí nomás… En síntesis, que todos miren para otro lado y acá no ha pasado nada. ¿Yo?, argentino.



¿Entonces?

¿De quién son las calles? ¿Son del caucho que las recorre?, ¿de aquellos que las construyen?, ¿de los que las caminan de los viajantes?, ¿de los soñadores?, ¿o de los que las pelean? ¿Son un teatro de gladiadores, la arena del circo donde se juegan y se miden fuerzas? ¿Son las hacedoras del caos y el orden? ¿Son la cola del Leviatán que detenta el verdadero poder? ¿O es solo un tablero de ajedrez donde los hombres son peones y hay muy pocos reyes repartiéndose todo?