miércoles, 27 noviembre, 2024
Edición Diaria
Edición N°

EL DÓLAR DE LOS TERREMOTOS

CRÓNICAS DE LA TIERRA MEDIA

La Argentina es como continuos pulsos de un terremoto, ondas que vibran y sacuden semana a semana, quebrando un laberinto borgiano donde unos pocos se salvan celebrando en las ruinas de la inflación y el dólar extraño. Soñamos con héroes que nos salven, en fórmulas mágicas que aparecen en jugadas de último momento, que se anuncian como mesiánicas y uno se pregunta ¿por qué no lo hicieron antes entonces? Un chiste, todo es un chiste.

Germán Rodríguez
redaccion@diarioelnorte.com.ar

Los caminos se bifurcan en una inestabilidad que nos llena de preguntas sin respuestas, como si se tratase de un curso de filosofía. Hay un ciclo cansador de los argentinos, que van de la mano del dólar y la inflación y, por supuesto, el inminente faltante de productos, sumando las marchas, la violencia y el hambre que parece que de tan viejo ya aburre. El covid no nos hizo mejores, quedó más que claro, no organizó el mundo ni mucho menos; de hecho, arrancó con una guerra impensada como para recordarnos que somos humanos y no aprendemos.

Hoy nos sumergimos en dilemas existenciales que nos hacen ver el tiempo como una trampa, lo observamos pasar y nos angustiamos. Entonces nos refugiamos en gimnasios, dietas progres y centros de estética. Buscamos en el otro nuestra aceptación, en revestir nuestra coraza exterior para equilibrar las cosas, pero seguimos perdidos, más perdidos que antes.

Es cierto que salimos a la calle y nos cruzamos cada vez más con tipos con medio cuerpo adentro de un capacho, buscando las sobras de una sociedad que está perdida en sus debates metafísicos y ahí nos da un ‘pero me quejo de lleno y a la otra cuadra nos olvidamos de esa sensación y nos quejamos del aumento de Netflix’. La vida va rápido como videoclip de reggaetón.

Perdidos
Es verdad que el presidente tiene cara de perdido, y probablemente lo esté también, pero las alternativas no nos dan mucha tranquilidad que digamos y se pierden en discursos tan retrógrados que nos hace pensar seriamente en eso de la evolución humana. Desde un insólito llamado a que los militares se reúnan en los cuartes (conozco a varios que se ilusionaron) hasta ideas disparatadas con el dólar y la venta de órganos y de indignación por la pobreza cuando es evidente que les importan tres carajos los pobres. Y en realidad estamos todos en la misma bolsa, porque nos cuesta muchísimo generar empatía, preocuparnos realmente por el dolor del otro, meternos en el sufrimiento de los que caen con los aumentos sin fin, de los que se la rebuscan sin trabajo y tienen que vivir de la dádivas del Gobierno para que aquellos que tienen un sueldito todos los meses les digan choriplaneros. Y de golpe una boluda útil sale a burlarse porque cobra planes y todos entran en la misma bolsa. Hay de todo y esto no es una guerra de buenos contra malos, porque así como hay gente que necesita sí o sí de asistencia porque el desempleo y los sueldos bajos son una realidad, aunque varios se hagan los que ‘no sé de qué me hablan’, están los abusivos, los realmente atorrantes. Aquellos a los que les dicen recuerdo de la niñez porque son muy vagos. Y entonces todos la ligan por las dudas, como decía Borges, el pecado de uno es el pecado de todos y es más fácil decir todos son atorrantes y planeros para no darles nada. Nos deja más tranquilos, nos hace dormir de noche, nos evita pensar que nuestras sobras son la vida de otros. No pensamos en el otro porque ese otro en el que no pensamos es el que nos hace ruido y queremos ignorar.

Solo nos importa el otro pero en su opinión, en la forma en que me construye, en el nombre que me pone en el mundo, de la manera que me ven, como yo creo que realmente soy. Toda esa mentira que nos repetimos hasta la muerte sin hacer nada al respecto

Confundidos
Es verdad, parecen perdidos, tarambanas, preocupados por números, aceptación y poder, aplicando decisiones avaladas por márgenes económicos que están lejos de las masas. El poder no es para repartirlo, es para perpetuarlo, el poder seduce y asfixia, es una dama araña que cuando atrapa a alguien lo ahoga hasta matarlo, hacerlo dependiente y adicto.

Es esa droga de trascender, de darle un sentido místico a la existencia, de creer que uno si llega, lo hace por alguna misión divina, por un destino escrito en las estrellas y todos los bolazos que nos decimos para no sentirnos tan solos en un cosmos infinito, en una galaxia sin fin, nos ilusionamos que van a venir los extraterrestres a visitarnos, pero cuando ves las distancias te das cuenta de que nadie va a venir hasta el culo del cosmos para observar a una raza que no se diferencia mucho de aquella que se mataba a garrotazos en las cavernas.

Ahora soñamos como siempre con superhéroes que nos salven, figuras que se les endilgan poderes, pero son los mismos nombres que se repiten y nada se ve en el lejano horizonte.
Somos odio y amor, nos enamoramos para sentir que existimos, pero hasta ahí nomás. Capaz también es otro verso que suena lindo… ¿Quién sabe?
El Presidente seguro que no.