miércoles, 27 noviembre, 2024
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LA BANDERA, LA PATRIA Y ESO QUE NOS DECIMOS

Los chicos juraron por la bandera en el estadio, los más grandes lagrimean cantando el himno con la mano en el corazón, los barrabravas pelean a muerte con otras hinchadas para robarle sus insignias, el otro, el distinto es el enemigo, la patria se construye desde la diferencias y la unidad es una mentira que nos decimos para sentirnos parte de algo, para que nuestra soledad universal no se sienta tan áspera.

Germán Rodríguez
redaccion@diarioelnorte.com.ar

La muletilla eleccionaria era “la patria es el otro” y se entendió como una propaganda política que generó amores y rechazos pero que pocos profundizaron. ¿Qué es la patria? Un concepto nacido en estos lares para forjar algo que no había, en una tierra vacía repartida entre criollos y aborígenes, entre saqueos y mucha muerte cruel en las estepas.

La bandera, la escarapela, el himno aparecen como caretas de la clase pudiente y orgullo para el populacho, veníamos de años de colonia y de golpe el negocio, siempre de unos pocos, no era mandar las divisas afuera sino que el contrabando deje de ser tan ilegal y que forme parte de los que estaban acá, aprovechando un tecnicismo como el que el rey de España estaba preso.

Luego la historia conocida, guerras revolucionarias, San Martin, Belgrano, Güemes, todos guerreros, caudillos caídos y después desprestigiados por el sistema ya que la figura de los héroes en ese momento podía significar un golpe duro a los intereses, por lo que convenía un Belgrano pobre y desprestigiado, un San Martin exiliado y los gauchos tratados como salvajes.

Todo conveniente hasta que las guerras internas terminaron, la historia la escribieron los ganadores y con los próceres enterrados era su momento de darle el bronce. Todo para que la “gilada” aplauda y se identifique con este quilombo sin forma territorial que ya se llamaba Argentina.

La identidad de los pueblos es otro verso que fuimos comprando para ser parte de algo, para que no nos sintamos tan solos en este mundo al que caímos en bolas y nos encontramos con que ya cada parcela tiene dueño, recibiendo en el acto un manual de instrucciones en el cómo se debe vivir está bien especificado.

A la patria había que darle historia, héroes, epopeyas y así nació la historia oficial, la de los manuales en la escuela, la de los patriotas que soñando con una Argentina grande dieron la vida y expulsaron al enemigo, ese mismo con el que hasta hacia poco éramos como chanchos expulsando a los ingleses y brindando por el rey.

La idea era que los inmigrantes le agarren cariño a la región y no estén añorando a la vieja Europa.

¿Quiénes somos?

Nos identificamos con el tango, el mate y el futbol pero eso no es identidad, esos son patrones culturales comunes que nos traen recuerdos de distintas épocas, como Robotech, los Thundercats y Brigada A, pero la patria no la vemos en el otro, la percibimos desde nuestra mirada y por ahí se nos aflojan los calzones en el mundial pero el resto del año tomamos el mismo juego de todos, el de sobrevivir, el de llegar a fin de mes, el de trabajar comprar y vender ese producto que somos los humanos, de enamorarnos de quien nos toque en suerte y recordar el país en los feriados.

El otro es el desconocido, ese universo que nos choca y nos interpela, que nos juzga y al que hacemos juicio, nuestro rival y nuestro aliado que escapa a banderas patrias pero si a las nuevas banderas políticas. El otro es el millonario que criticamos y el pobre revolviendo basura al que también criticamos.

Siempre banderas simbolizando grupos pero no diciendo nada, el silencio de la tela que flamea solamente como adorno y por la que matan y mueren personas e ideas. Por las famosas banderas, los trapos, los barrabravas encuentran motivos para la violencia y en un efecto manada que arrastra hasta al más pancho, se cometen las peores atrocidades, abrazando un trapo roto que exhibido a las masas se convierte en un alarido de victoria sin importar lo que costó una acción tan absurda y estúpida.

Si lo sabremos en San Nicolás con los enfrentamientos entre hinchas de Belgrano y Regatas, que entre golpes y sangre justifican bajezas, odios y frustraciones. Locura que entiende mal la pasión, que abusa de ella y se deja dominar como lobos que atacan otros hombres.

Excusas para permitirnos lo peor, o para dejarnos dominar por lo mejor, para aceptar ser seducidos por explicaciones burdas de la existencia y que justifican cualquier cosa.
Somos una incógnita multiplicada en millones de seres perdidos en una roca de un universo casi infinito, que se pregunta como formará la selección para el mundial. Ahí sentimos que la patria es todo, sin entender ni que es la patria, ni que es el todo.

Igual hay que alentar a la selección, no sean pecho frio.

Y como soy educadito desde ya una agradecimiento a la gente de Ternium que nos invitó a los periodistas de la ciudad a compartir charla, comida y recibir afecto en un encuentro de camarería que se repite año tras año. La pasamos muy bien así que ¡Gracias totales!