miércoles, 27 noviembre, 2024
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IMPERATIVOS FESTIVOS DE GÜEMES, EL PADRE Y DON BELGRANO

Hoy se impone el Día del Padre, los homenajes, los regalos, el recuerdo forzado por un sistema calendario consumista que una vez más nos dice lo que debemos hacer. Vamos camino a una automatización que abrazamos cual droga y no nos damos cuenta, o como el que toma la pastilla azul (no la picarona) en la matrix, la sabe pero se hace el boludo.

Germán Rodríguez
redaccion@diarioelnorte.com.ar

En el mundo griego y luego en el romano estuvo de moda una corriente filosófica llamada estoicismo que vino bien para frenar el ímpetu de los habitantes de los imperios que en el frenesí de todo lo puedo, el mundo es mío, somos los putos amos, se dejaban llevar por emociones extremas, inmorales, cochinas, violentas, dionisíacas, que terminaban mellando en la moral de sus habitantes con el riesgo de perderlo todo. Poco entendieron los Calígulas y los Nerones de lo que enseñaba un paciente Marco Aurelio, el mismo que bancaba a Máximo en la película “Gladiador” y fue asesinado por su hijo Cómodo (linda historia para el Día del Padre). Se ve que el pibe no escuchaba a su padre y estaba podrido de ser rico y no poder gastarla. Hoy, sin ser imperio ni mucho menos, el capitalismo que llega a todo el mundo con la multiplicidad de productos y la consigna de vender, vender y vender nos trajo la cultura de que todo lo podemos, de que nada es imposible, de que si seguimos nuestros sueños, nada puede pararnos, lo que suena hermoso para un libro de autoayuda pero nada que ver con la realidad. Si hay cosas imposibles, si hay caminos que no podemos tomar porque no estamos preparados y que dependen de un sinfín de circunstancias vinculadas al azar, las relaciones, que nos son ajenas, pero el vértigo de la posmodernidad nos hace creer cualquier cosa que otro quiere que creamos.

La realidad muestra un mundo implosionado por burbujas de mentiras que enseñan que no es todo como parece, que no hay dólares, que no se consiguen productos, que todo aumenta, que el sueldo es mísero, que a esta altura de la vida vas a una escuela y te cagás de frío y que en realidad siempre fue así, pero nos mentíamos tan bien que no nos dábamos cuenta. Igual en cualquier momento nos volvemos a enchufar en la matrix y siga, siga.

Soñadores

Sigue tus sueños, pero ¿qué soñamos? Los sueños son representaciones del inconsciente, son recuerdos armados de tal forma que como un tremendo procesador que es el cerebro humano lo desarrolla para hacernos creer que es algo que pensamos nosotros, que forma parte de nuestra esencia, que se nos ocurrió brillantemente. Y el inconsciente es todo el tiempo afectado por las publicidades y el adoctrinamiento de las redes sociales. Sin querer somos repetidores seriales de lo que vimos por ahí y en esta era de que el universo está al alcance de la mano, como la biblioteca infinita de Borges, podemos salir con cualquier disparate. El mundo está desordenado porque cada voz, cada universo, cada ser humano es un reproductor infinito que se autopercibe de millones de formas distintas y para colmo en la continua interrelación con los otros se producen infinitos choques, tragedias, calamidades, por ahí amores y amistades, pero todo con signos de explosión y hasta por ahí se da una simbiosis tan perfecta en la ecuación, como canta la Konga.

Fechas

Hoy es el Día del Padre, el día posmoderno que reconoce la paternidad sea cual sea y que habla de comidas, obsequios, saludos y homenajes a los que ya no están. Consumimos como debe ser un ritual del Día del Padre como algo establecido, con fechas aleatorias e impuestas y que nos obligan a ser condescendientes, siendo que en muchos casos la relación no es la mejor. Todos los días hay fecha de algo, como una suerte de orden universal del infinito de datos.

El padre de la patria es San Martín, pero en su momento tuvo que morir en el extranjero porque si volvía, lo metían preso (así no se trata a un padre) e hipócritamente escribimos una historia entretenida donde los muertos no sangran, sino largan flores, y la argentinidad se forjó de un conjunto de acuerdos y amores que olvidan los genocidios y las masacres.

Pero el Día del Padre viene antes de un feriado por Manuel Belgrano, que recordemos que murió pobre debiendo empeñar el reloj, y después de un Miguel de Güemes que recién hace poco se recordó que algo hizo en estos lares y tampoco su final fue el mejor. Feriados, festejos, recordatorios que nos animan a creer que todo es posible, que si me lo propongo, puedo ser también el padre de la patria, que puedo ir al espacio y conquistar a la mujer de los sueños (representaciones aleatorias de la realidad). Olvidamos que tiene límites y que si todos quieren lo mismo, se forma un cuello de botella que solo nos trae frustración.

Creer ciegamente que todo lo podemos porque lo dicen los gurúes o el libro “El secreto” es un camino a la angustia constante. Somos seres que desean todo el tiempo, nuestro afán de expansión está dado porque queremos cosas continuamente. Ahora, si nos planteamos objetivos imposibles, solo obtendremos tristes señoritos que no saben lo que quieren porque en algún momento lo olvidaron.