miércoles, 27 noviembre, 2024
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SOBREVIVIENTES CREAN UNA COMISIÓN INVESTIGADORA DE ABUSOS SEXUALES ECLESIÁSTICOS

El caso de abusos sexuales infantiles cometidos en el Jardín Belén y la iglesia San Roque de San Pedro continúa resonando, por la sentencia que las familias denunciantes obtuvieron contra el sacerdote Tulio Matiussi y el portero Anselmo Ojeda. No resulta un hecho aislado, sino que otras víctimas reconocen allí un “accionar sistemático” para la concreción de estos delitos en el ámbito del clero, por lo que se reúnen a nivel nacional. Lili Rodríguez, psicóloga de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina, destacó a EL NORTE que “el problema no es la fe, sino los representantes de esa institución”.

Las familias denunciantes del Jardín Belén repudiaron el amparo que el Obispado de San Nicolás brinda al sacerdote abusador Matiussi.

Carolina Mitriani
redaccion@diarioelnorte.com.ar

Lili Rodríguez, psicóloga de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos en Argentina, detalló en diálogo con EL NORTE la importante creación de este grupo, abocado a una comisión investigadora independiente sobre abusos eclesiásticos en Argentina (CIAEA). “Es algo que empezamos a pensar a partir de nuestra experiencia, de la lucha que cada denunciante lleva ante la Justicia. Muchas personas se comunican con la red, con muchísimo miedo a hablar, sobre todo de provincias donde hay una presencia contundente de la Iglesia en connivencia con el Estado”, cuenta la especialista, y agrega que con el paso de estos diez años fueron “construyendo diferentes dispositivos para propiciar la organización territorial ante un juicio. Personas de la comunidad, como organizaciones de diversidades o universidades, se nuclean y acompañan a la red durante los procesos”.

Esta comisión surge bajo la premisa de crear un espacio de confianza y sostenimiento a personas que quieran compartir lo que han vivido, con un grupo investigador independiente del Estado y la Iglesia, para que siempre un integrante de la red en cualquier provincia genere el saber necesario para afrontar los pasos a venir, además de hacerlo en vínculos de contención.



Equipo

La psicóloga explica que “la red se fue generando a partir del encuentro de sobrevivientes de diferentes lugares del país. Todos atravesaron situaciones de abusos eclesiásticos, es lo que nos identifica”. Romper con el afrontar estos procesos en soledad resalta la importancia de nuclearse, de obtener contención, acompañamiento, asesoramiento y “formar parte de una lucha compartida frente a una situación tan tremenda y a una institución tan poderosa”.

La situación vivida por las familias denunciantes en el caso de abusos en el Jardín Belén y la iglesia San Roque, de San Pedro, no resulta un caso aislado. “Esos agresores son amparados por una institución que los encubre, traslada, ampara y busca la impunidad en todas las maneras posibles. Y busca quitarle la puerta y posibilidad de lucha a quienes han denunciado, con la dilación de la Justicia, para que lleve años, que las defensas apelen y pidan la prescripción y nulidad. Son todos los artilugios que utilizan para que no se cumpla en este caso particular de Matiussi que vaya a cárcel común y efectiva, que es donde debe estar”, relata Rodríguez, aseverando por la experiencia de diez años en la red que la historia se repite.

Sobre el sacerdote Matiussi, la psicóloga insiste en que “está condenado, los delitos están probados, entonces el único lugar para un depredador sexual es la cárcel común y efectiva. Ante esto utilizan todas estas maniobras. Entonces, la importancia de estar nucleados, juntos, es poder sostenerse frente a todo este accionar”.



Lili resalta que las víctimas son frecuentemente tomadas como victimarios al momento de exponer los abusos perpetrados por integrantes de la Iglesia, resaltando lo vivido por quienes iniciaron la causa que llevó a la condena de 15 años de prisión para Tulio Matiussi y Anselmo Ojeda: “Esas madres protectoras, que fueron quienes llevaron adelante las denuncias son conocidas como ‘las nuevas locas’, las que mienten, las que inventan, calumnian, que armaron una cama. Todo eso es el desprestigio que se arma porque quieren quebrar lo que no pueden quebrar, porque saben que luchan con la verdad. Del otro lado está la hipocresía y el gran temor a que se toque la imagen de una institución, porque no les importan los niños, las niñas ni los dolores que han provocado”.

Accionar repetido

Desde la Red de Sobrevivientes reconocen en el caso del Jardín Belén el mismo modus operandi de otros procesos que acompañan en esta década de existencia: “El accionar de la institución se repite cuando toman el conocimiento de la situación, encubrimiento, buscando el traslado e impunidad. También en cómo eligen a sus víctimas, cómo se paran en sus puntos vulnerables para cometer su objetivo y lograr el silencio, cosificando a las personas. Hablamos de un accionar sistemático”, afirma la psicóloga Rodríguez.



Acerca de la multiplicidad de estos delitos en el ámbito del clero, asegura que “la Iglesia habilita, no castiga ni sanciona. Quien abusa no lo hace solo una vez, como se quiere instalar. No es una manzana podrida”.

Sobre la importancia de tejer espacios de confianza, donde las víctimas puedan dar a luz sus vivencias, Lili Rodríguez explica que “el secreto provoca síntomas emocionales y físicos. La verdad impulsa. Debemos pensar en lo que cuesta a una persona llegar a la instancia de la denuncia. Es un largo camino que se recorre desde que puede recordar, luego hablar, hasta llegar a la instancia de denuncia”.