miércoles, 27 noviembre, 2024
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Edición N°

LA HERMOSA POESÍA DE LA REVOLUCIÓN

Y pasó el 25 de Mayo en mitad de la semana dando un quiebre que desorienta y pierde los días en su significancia cuando los días son todos los mismos desde siempre. La Revolución de Mayo es el cuento de los poetas de espada y pluma que nos liberaron y la realidad de intereses mezquinos y enfrentados que armaron un despelote que terminó en la Argentina.

Germán Rodríguez
redaccion@diarioelnorte.com.ar

La semana de mayo, esa que conmemora los aprietes, las presiones, amenazas e ideas descabelladas, en donde la pintura habla de patriotas guerreros y poetas, pero esconde las verdades de los hombres llenos de celos e intereses, con sus ansias de poder desesperadas, soñando con el bronce y la fortuna. Entonces personas tan fuertes confluyeron en lo que parecían las ruinas del imperio español, para finalizar siglos de manejo para la corona y establecer la hora del lobo. La patria es el Mundial y la Selección, el dinero de las fronteras y las economías, pero forjada desde el concepto de que el otro es el enemigo, en límites dibujados en el aire, pero terminamos viendo a otros adentro también. La patria no nos une, solo nos abarca como una necesidad.



Moreno detestaba a Saavedra y viceversa, pero el poder militar lo tenía el segundo mientras que el joven letrado lo hacía desde la pluma. Había dos ideas antagónicas gestándose en un Cabildo al que no se sabe si fue tanta gente, Buenos Aires no es lo que era. La libertad de mercado de uno, aunque rebatida en un supuesto plan de operaciones que apostaría al proteccionismo y un general viejo que soñaba con la paz de sus estancias. El mar se tragó a Mariano en su viaje a Inglaterra y nada quedó bien. Los realistas despertaron queriendo recuperar lo suyo en una empresa imposible y acá la unidad se gestó desde el fuego y las trincheras en las cargas de caballería donde murieron los mulatos, los aborígenes y los pobres. El Cabildo fue el signo de la génesis de las ideas que aún hoy están indefinidas, fue la sala de operación donde nació esta grieta profunda y de desgobiernos. Fue la confusión de esos primeros supuestos gobiernos lo que nos tiene así. Cambiando de bando cada cuatro años, dejándonos llevar por los fabuladores que más gritan, por los gestos de tic toc que nos asombran porque no queremos pensar demasiado. 

Jodidos

El cabildo fue la cuna de las guerras civiles, de las conquistas, de los genocidios en el sur, de la desigualdad, del puerto y el interior, de los gauchos y la aduana. Los próceres que quedaron inmortalizados fueron los que los ganadores prefirieron nombrar y después, según el revisionismo de cada gobierno, fueron surgiendo, fueron recuperándose por conveniencia y así la historia se desdibujaba como una historieta mojada. Hoy, 200 años después, nos acordamos de que hubo mujeres en la revolución y de que quedan lindas en los billetes, pero tal vez nos olvidamos de que hay mujeres ahora. Se juega con las modas y los estados de ánimo con los seguidores de Instagram y las repercusiones de lo que se dice. Estamos bajo la vara mediática todo el tiempo, vivimos acelerados porque la vida es un producto maleable.

Revolución para todes

Pero es la magia de la palabra revolución la que nos atrae, la que nos conquista como tontuelos ante el primer beso. Revolución significa enojarnos con cómo llevamos la vida. Es un grito ante el espejo que nos invitaría a pelear por lo que creemos que merecemos, alzar nuestro puño en alto como canción del Indio y gritar consignas que se vuelvan en frases de sobres de azúcar. Nos gusta saber que nos gestamos de una revolución porque salvo que las papas nos quemen, no nos revolucionamos ni en pedo. Dejanos así, calentitos y adictos al celular y las series que la calle es áspera, pensemos que no hay muerte que me lleve ni mucho menos, que estamos mal pero en algún momento iremos mejor, que me confirmen la formación de River y a quienes convocan para el Mundial, dejame enojar por las boludeces diarias que lo otro es demasiado. Dejame ver a los del Polo Obrero marchar de lejos, cerrar los ojos ante la marea humana y que nunca me toque quedar en la calle, porque esos sufrimientos es mejor meterlos bajo la alfombra, pensar que no existen, que no hay gente revisando la basura ni cada vez más pibitos pidiendo en la calle. Dejame revolucionar en comentarios de redes sociales donde ahí sí soy el Che Guevara del anonimato.



Cisneros se quería quedar, pero todos aquellos que deseaban lo que él tenía vieron la oportunidad y se lo quitaron. El mundo avanzó por todos lados, pero nosotros, indecisos, somos como el perrito que da vueltas queriendo morderse la cola.

Estamos en continua crisis como país, pero eso arrancó un 25 de mayo de 1810. Viva la patria, sea lo que sea eso.