miércoles, 27 noviembre, 2024
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DESAMORES QUE DUELEN Y NUNCA SE OLVIDAN

A la mamá de Máximo no le gusta Alberto porque dice que vive en una nube de pedos, con el casco de la guerra contra la inflación todavía puesto (che, ¿no hay más datos de cómo vamos?), quedando a merced de los mentores de ideas ridículas y anárquicas, que como es Argentina, terminan siendo presidentes. El amor después del amor está hecho de historias de desamores.

German Rodríguez
redaccion@diarioelnorte.com.ar

Lo que tiene el desamor es la nostalgia de lo que pudo ser y no será, de los sueños forjados con antelación, de los castillos gigantes que de tan fuertes deseos se materializaban, pero en la ruptura cada ladrillo va cayendo con las palabras dichas y juradas que perdieron valor. Como dice la konga: “Tú y yo pasamos de ser todo a nada, de comernos con la mirada y ahora en el mismo cuarto, no podemos ni siquiera mirarnos a la cara”. Fuerte, loco.

Reproches, retos en público, bajadas de línea que no pueden tapar las promesas nunca cumplidas. Cristina se siente fuerte, como que nunca dejó de ser venerada como la presidenta, pero ve que su alter ego la está hundiendo y con él caerán todos. ¿Y quién puede arreglar este quilombo? La deuda con el FMI fue la herencia brutal y para colmo nadie se acuerda quién la contrajo y dónde quedó esa plata, porque son esas preguntas que nadie puede ni le conviene hacer. Entonces de amores rotos y corazones desgarrados salen recelos y odios inconmensurables. No hay rencor peor que un despechado, de un humillado en los sentimientos. De aquel que forjó un futuro en pareja y la soledad es su nueva compañía.



Desamores

Todos se acuerdan cada tanto de que alguna vez Alberto, en años más mozos, y no como el presidente adusto que veía cómo su querida y primeriza compañera y madre, Fabiola, celebraba cumpleaños en plena pandemia, criticaba duramente a Néstor. Pero con aires renovados hizo campaña con Cristina y vencieron a un planchado Mauricio que cuando más o menos se quiso acomodar para gobernar, ya había perdido la reelección. Pero el amor terminó rápido con pandemia mediante y los sectores peronistas, como acostumbran desde Ezeiza, volvieron a distanciarse y con los quiebres que también hay en Juntos y el advenimiento de las ideas de libertad de mercado, el país se hizo un entrevero de políticos que ya no se sabe quién está con quién jugando en una terrible orgia eleccionaria.

Hoy Alberto, que no dio pie con bola con la inflación, y si le preguntan por cómo va la guerra, se hace el boludo, está viendo cómo le sueltan la mano, tal Rose con el pobre Jack cuando se hundía el Titanic en las heladas aguas del Atlántico. ¿No había lugar en la tabla, che? ¿Y si se turnaban?

Entonces el amor dio paso a la ruptura, y de ahí al desamor y casi a la separación. ¿Y los chicos con quién quedan?, piensan los intendentes y gobernadores de uno y otro bando, mientras que los que estaban con el equipo perdedor de las elecciones del 2019 comienzan a hinchar el pecho… “Eh, boludo, no sea que volvamos más rápido de lo esperado”. ¿Nadie piensa en Alfredo Caseros?



“Ni mi bebé les da lástima”, habría esgrimido Alberto tratando de generar ternura como un papá que ahora debe dejar de lado esas engorrosas problemáticas económicas y políticas, para dedicarse a cambiar pañales. Pensar que dijo eso en serio, como si no hubiera un ejército de cambia pañales en el Gobierno; de hecho, ya debe haber un ministerio con 50 secretarios al respecto.

A la cama con…

Pero el amor de los argentinos es tan cambiante, tan infiel que hace que por recelos nos vayamos con cualquiera y somos muy capaces en nuestro sufragio de ir a la cama con el enemigo con tal de darle bronca al actual. Hemos hecho más cagadas en las sábanas que en el baño, debería rezar en el escudo nacional. Y así es que viene un desgarbado, con onda roquera gritando fuck the system, que los políticos son una lacra y los argentinos que somos muy faranduleros, enseguida se nos cae la chabomba y capaz que lo votamos. O ni hablar de otras ideas más radicales, más fascistas, esas que mojan a los enanos fachos, donde piden servicio militar, pena de muerte y cuarteles como guarderías. La Argentina por despechada es cíclica y hasta que no maduremos en el amor no creceremos como país.