jueves, 6 febrero, 2025
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Se cumplen 90 años del debut de «Los tres chiflados» en cine

NUNCA PASARÁN DE MODA

Se estrenaron en la pantalla grande un 26 de agosto de 1933. El trío cómico dejó un legado imborrable en el mundo del humor. Su estilo único y su habilidad para hace reír los convirtieron en íconos de la comedia.

De la redacción de EL NORTE
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«Los tres chiflados» debutaron en el cine el 26 de agosto de 1933, y desde el 20 de agosto de 1983, hace 40 años, tienen una tardía estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Empezaron con cortometrajes como complemento de los estrenos de Hollywood. Más tarde llegó el cine con formato largo, y finalmente su resurrección como serie de televisión en 1959 en pantalla estadounidense oficialmente hasta 1972, los impusieron como marca registrada, un sello que no pierde actualidad aun con sus transgresiones hoy políticamente incorrectas. En este sentido, Argentina no es una excepción.

El primer contacto del público mundial con Los tres chiflados fue en las salas de cine, aquellas funciones conocidas en esta geografía como “parroquiales”, o las “de continuado” que juntaban cortos de humoristas del período silente que abordaban diferentes géneros, como el western. También sonoros y de ciencia ficción, como ocurrió con los 13 memorables capítulos de la miniserie “Flash Gordon”, rodados y estrenados en 1936.

Sin embargo, el trío nació mucho antes de que se convirtiera en protagonista de la industria del primer cine sonoro con esos episodios unitarios. Fue en los escenarios del varieté de 1923, cuando el mundo estaba en un momento bisagra, a mitad de camino entre la guerra que fue y la que sobrevendría, todavía en el epílogo de la gripe española y con ya tres años de ley seca –hasta 1933–, con la devastadora crisis económica y el simultáneo crecimiento de la mafia. Ese mismo año el cine los atrapó.

Los Horwitz

El grupo nació en el seno de la familia Horwitz, judíos de Lituania, cuyo apellido de fantasía en los teatros neoyorquinos fue Howard. Los dos que siempre participaron en sus cuatro versiones fueron Moe (en verdad Moses Harry Horwitz, 1897-1975), el jefe del grupo, más mandón y violento, y Larry Fine (Louis Feinberg, 1902-1975) en la ficción “Larry”.

En su debut en el cine, el tercero del grupo fue Curly Howard (Jerome Lester Horwitz,1903-1952), hermano de Moe al igual que Shemp Howard (Samuel Horwitz, 1895-1955), es decir “Shemp”, que había ocupado ese lugar en los primeros tiempos de vodevil, Joe DeRita (Joseph Wardell, 1909-1993), o “Curly Joe” y Joe Besser (Joseph Besser, 1922-1970) también “Curly Joe”.

Todo empezó en la década de 1920, cuando Moe, conocido como “El Jefe”, junto con su hermano Curly, formaron una pequeña compañía de vodevil. Más tarde, se unió su amigo Larry, quien se convirtió en su compañero inseparable. Juntos conformaron el núcleo central de Los tres chiflados. Siguieron juntos hasta 1946, cuando el singular tercer integrante fue reemplazado por el también particular Shemp, el mayor de los Howard.

Después de su exitoso paso por los escenarios –en los que profundizaron en su humor “grueso”, por sus sketches, gags con doble sentido y desafiante (aparente) violencia física que recordaba a los clowns más perversos hasta entonces, y una vez terminada la prohibición alcohólica–, el grupo fue convocado por el cine con formato de serie, que les permitiría inmortalizarse, más allá de que sus incursiones en el largometraje no resultaron tan exitosas como las del dúo Abbot y Costello, que nacido en 1938 y de origen radial, funcionaría tanto en cine como en televisión varias décadas.

Situaciones absurdas

A lo largo de su carrera, el trío de LTC apareció en 190 cortometrajes en esos complementos que se veían en las salas estadounidenses antes de la proyección de largometrajes, todos llenos de caos y golpes muy exagerados en medio de tramas muy pero muy disparatadas. Eran expertos en provocar carcajadas con sus patadas, piquetes –de ojos– y tortazos.

El primero de aquellos nuevos cortos de entre 15 y 20 minutos cada uno fue “Los odiamujeres”, en donde el machismo del trío, afiliado a un club de solteros, podría resultar cuestionable. Al que siguió “El boxeador musical”, que no es otro que Curly, que de mozo en un bar llega a un ring donde reacciona a los puñetazos con una melodía pegadiza tocada en violín por Larry. El tercero fue “Hombres de negro”, donde encarnan a médicos hospitalarios, y el cuarto, “Tres magos del fútbol”, en su caso el americano.

Cada cortometraje presentaba una estructura similar: los chiflados se metían en todo tipo de problemas, desde trabajos absurdos hasta enredos amorosos con chicas del Chorus Line muy bonitas. Moe, el líder prepotente y autoritario, daba órdenes y administraba los golpes, mientras que Larry, con su melena característica que subrayaba su inocencia para interpretar las situaciones más difíciles, intentando mantener cierta cordura, y Shemp (el reemplazo de Curly), con su pelo engominado que en verdad parecía peinado con lengua de vaca, y que aportaba una dosis extra de torpeza.