lunes, 24 marzo, 2025
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“Nadie nace culpable, pero muchos nacen víctimas”

Hace 30 años, aproximadamente, se estrenaba en Buenos Aires una película, pero una película muy singular, filmada en Yugoslavia. Todavía este país no se había dividido en varios, como en la actualidad.

Por José Narosky
Especial para EL NORTE

El film tenía también un título original. Se llamaba “Yo encontré gitanos felices”.

Toda la película era una hermosa combinación de dolor y de alegría. De dolor ante la injusticia soportada y de alegría por el solo hecho de vivir.

En una escena de la citada película se realizaba una fiesta en un campamento gitano, con motivo de la llegada de la primavera.

Ellos no desconocían que el pájaro canta a todas las primaveras y que el hombre solo a algunas…

Y en esa fiesta, la policromía de los trajes típicos, la magia de su música, el encanto de sus bailes, no lograban disimular la tristeza de la vida de los gitanos. Una vida no solo penosa, difícil, sino también –y esto es lo más doloroso– sujeta al desprecio de los pueblos que los rodeaban.

Y hace unos cuantos años tuve ocasión de penetrar en un campamento gitano, en un viaje que realicé al norte argentino, con motivo de una charla a la que había sido invitado.

Pasé en el campamento una tarde entera. ¡Aprendí tantas cosas de este pueblo…!

Por ejemplo, que hay muchas tribus. La que visité era la tribu Kalderash, que se desplaza por América, y en la que sus mujeres van ataviadas pintorescamente con múltiples polleras de colores. Son las que vemos en nuestro país.

Y para entenderse entre ellas, usan el inglés, el francés o el alemán.

De cualquier manera, su idioma base es el romance, lengua derivada del latín.

Se calcula que hay en el mundo unos 10 millones de gitanos, que por su origen se podrían dividir en dos grandes grupos: los de origen eslavo y los de origen español.

En nuestro país se calcula que viven aproximadamente 40.000 gitanos.

Ahora, ¿cuál es el origen geográfico de los gitanos?, ¿de dónde provienen?

Hay distintas leyendas sobre su procedencia. Algunas los ubican en lugares tan dispares como Hungría, India, Siberia o el Medio Oriente.

Un alto porcentaje de ellos suelen tener una habilidad innata para la música (arpa-violín y órgano en especial).

Además, han contribuido en gran medida a la música flamenca, morisca y judía.

Franz Liszt opinaba que el folclore húngaro fue traído a ese país por los gitanos. También es indiscutible su aporte al folclore rumano, ruso y francés.

La especial idiosincrasia de los gitanos hizo que en los últimos cinco siglos sufriesen persecuciones e injusticias en casi todos los pueblos, con o dentro de los cuales convivían.

¡Es que suele despreciarse, e incluso combatirse, lo que se desconoce!

Y en la película que cité al comienzo, “Yo encontré gitanos felices”, un personaje no gitano le dice a otro también no gitano: “Cuando comprendo lo diferente, lo veo menos diferente”.

Y agregó: “¿Es que lo diferente no será solamente… incomprensión?”.

Los gitanos son gente de gran adaptabilidad al país en el que se encuentran.

Ello se manifiesta en la música, en el idioma y hasta en la religión. ¿Ejemplos?:

En Turquía, en efecto, son musulmanes, en Grecia son cristianos ortodoxos griegos y en Europa, según los países, son católicos o protestantes.

Su aislamiento suele basarse en la convicción de que el mundo que los rodea les es hostil, dado que no los comprende ni quiere hacerlo.

Tienen ellos un concepto sagrado del vínculo y unidad familiar y del respeto y veneración que se debe a los ancianos. Claro que poseen también numerosos tabúes a los que están sometidas las mujeres en especial. Por ejemplo, si un hombre está sentado, ellas no pueden pasar frente a él sin solicitarle permiso.

En los últimos años han agregado a su tradicional habilidad artesanal una cultura universitaria.

En EE.UU. hay ya gran cantidad de médicos, abogados e ingenieros. Y la cultura adquirida les permite entender “que el mundo cambia más rápidamente que ellos”. Y los gitanos desean moverse con el mundo, pero no ser obligados a moverse por ese mundo que los rodea.

Esperemos que la antropología en su evolución llegue a descubrir que hay una sola raza: la humana. Y los gitanos logren su total reconocimiento como seres que sienten, que aman, que sufren. Y cristalicen su esperanza de que Dios finalmente unirá a todos los hombres del mundo en una verdadera Hermandad Universal.

Y de esa especie de abandono, de indiferencia, de menosprecio con que suele mirarse al gitano, surgió en mi mente este aforismo:

«Cuando el hombre se abandona, es porque fue abandonado».