jueves, 6 febrero, 2025
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HAMBRE EMOCIONAL, RESPUESTA AL ESTRÉS

Especialistas en nutrición y salud mental recomiendan aprender a reconocer cuando se come para aliviar un estado de ánimo, ya que esta conducta pude derivar con el tiempo en trastornos físicos y psicológicos.

Comer en forma continua pequeñas cantidades de dulces, hidratos de carbono y alimentos ricos en grasas, o bien levantarse de madrugada para hurgar en la heladera con desesperación pueden ser indicadores de “hambre emocional”, un mecanismo que suele dispararse como resultado de situaciones de estrés y que los especialistas instan a reconocer para evitar que se instale dadas las serias consecuencias que podría tener.

Aunque recurrir a la comida como vía de escape ante una situación de estrés puede en principio no ser percibido de manera muy diferente a la sensación que produce el hambre real, sus impulsos tienen características propias que los permiten distinguir.

“Mientras que el hambre real es un proceso fisiológico que aparece lentamente y desaparece luego de comer, el hambre emocional, en cambio, aparece de manera brusca y en general es selectivo hacia alimentos ricos en azúcar, hidratos de carbono y grasas. Es un proceso mental y emocional”, explica la médica clínica Analía Yamaguchi, especialista en Nutrición.

De pronto “empecé a levantarme a la madrugada para comer lo que encontrara en la heladera”, cuenta Liliana Albarenga (47), quien explica que esa conducta arrancó en su caso por un problema laboral que le generaba mucho estrés.

“Las presiones de mi trabajo activaron en mí una compulsión a comer durante la noche que nunca antes había tenido. Me tomó mucho tiempo blanquearlo y asimilarlo porque mi conducta alimentaria durante el día sigue siendo normal, incluso hago ejercicio, pero durante la noche tengo atracones y como mucho, sobre todo dulces”, comenta Liliana, quien al advertir que esa conducta se había vuelto recurrente resolvió consultar a una especialista en Nutrición.

“Cuando buscamos calmar nuestra ansiedad a través de ciertas comidas, éstas funcionan como un regulador que amortigua y anestesia la sensación, pero solo a corto plazo. Y si la conducta de comer en forma compulsiva, emocional, con atracones y picoteos se reitera y mantiene en el tiempo, genera más angustia, más culpa, dificultades con el peso, aislamiento y depresión”, advierte la médica psiquiatra Juana Poulisis.

Razones

En general, el hambre emocional no aparece de la nada o porque sí. Algunos especialistas sostienen que existe una predisposición biológica relacionada con la estructura del cerebro en determinadas personas. Otros, en cambio, postulan la intervención de múltiples factores como el entorno social, el ambiente, las identificaciones culturales, los premios y castigos.

“En muchos casos surge como consecuencia de haber transitado alguna de las ‘dietas restrictivas’ que imponen como moda ‘saltear comidas’, o un ‘ayuno intermitente’; comer menos cantidad o consumir productos ‘dietéticos’. En respuesta a estas prohibiciones, se da el atracón como efecto contrario, generando un comportamiento desmedido”, menciona Poulisis.

Pero “el atracón –reconoce la médica– también puede aparecer en personas que tienen de base trastornos psiquiátricos, alteración del estado de ánimo, depresión, estrés postraumático o situaciones no resueltas, como un abuso”.

Conscientes de ello, muchos nutricionistas analizan los gatillos que desatan esos comportamientos desordenado en sus pacientes y con frecuencia los derivan a psicoterapia, entendiendo que solo desde el afrontamiento de alguna situación emocional en particular es posible ayudarlos a regular esos comportamientos a nivel nutiricional.