martes, 25 marzo, 2025
Edición Diaria
Edición N°

“ESPERAMOS A ALGUIEN QUE VIENE”

HE VENIDO PARA QUE TENGA VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas (Lc 21, 25-28.34-36).

Por Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás de los Arroyos

   “Jesús dijo a sus discípulos: ‘Habrá señales en el sol en la luna y en las estrellas, y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que ha de venir sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.”

     Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del Hombre”.
Palabra del Señor.



Jesús viene

     Adviento significa ‘venida’ y anuncia que Alguien viene. Hasta el 17 de diciembre la liturgia de la Iglesia nos invita a prepararnos, las lecturas narran la venida gloriosa de Jesús por la cual Dios pondrá fin a la historia y comenzará un cielo nuevo y una tierra nueva, diríamos, una vida plena. Para la mayoría de nosotros esto ocurrirá con nuestra muerte, que puede acaecer en cualquier momento, por eso tenemos que estar preparados. No es para tener miedo, es realismo.  El adviento es un tiempo de esperanza para quien cree que la resurrección de Cristo fue un anticipo de nuestra propia resurrección, para quien espera un final feliz de nuestra historia personal, aunque precedido por un examen de lo que hicimos y una purificación de lo malo.



Una oportunidad

    La vida, entonces, es una oportunidad, un momento de libre opción. Por un lado, es muy triste vivir sin esperanza, pensar que Cristo no vive resucitado, por lo tanto, no vendrá, la vida no contiene una mandato de Alguien, no es una misión ni un compromiso, por lo tanto, que cada uno viva como se le antoja porque no habrá una evaluación del modo como vivimos, no habrá premios ni castigos. Son los signos de la desesperanza que se manifiestan con una actitud de vida que se puede expresar de esta manera: “comamos y bebamos porque total mañana moriremos”; o como dice el tango Cambalache: “Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que una gran profesor/ no hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualado/ hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, pretencioso, estafador/ todo es igual, nada es mejor…”. La desesperanza genera excesos, adicciones, corrupción, vida sin ética, sin los valores que por siglos han animado al occidente cristiano y vienen del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Para quien no tiene esperanza la vida es pragmatismo puro sin valores, vida que solo mira al presente y no tiene horizontes trascendentes.



Esperanza

          Por otro lado, para quien tiene esperanza, la vida es respuesta a un mandato que resuena en nuestra conciencia, es misión, compromiso de bondad, es lucha por la verdad, la justicia, es vida animada por el amor, es empatía, es sentido de cuerpo, es bien común; porque la esperanza no es “quedarse esperando”, sino trabajo de quien sabe que con la ayuda de otro llegará a la meta; la esperanza tiene una nota personal y otra corporativa, es como la situación de los jugadores de un equipo que le hacen caso al técnico, porque su sabiduría los llevará al triunfo; entonces, la esperanza hace que cada uno desarrolle lo mejor de sí pero sintiéndose parte del equipo, de un grupo. El fruto de esta entrega personal y corporativa es la coronación y una gran alegría como logro personal y común a la vez. Algo de esto es la vida de quien cree y espera en Dios. Buen domingo.