miércoles, 5 febrero, 2025
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DEBUT SEXUAL: EL PRINCIPAL MITO SOBRE LA “PRIMERA VEZ”

No es un concepto médico y tampoco es “comprobable”. Una creencia que las sociedades aún no se sacan de encima.

La virginidad no es un concepto médico ni científico. Tampoco es “comprobable”. No está relacionada con aspectos biológicos o fisiológicos: no existe en sí misma, sino que es una construcción social que buscó controlar cuerpos y herencias en los inicios de la monogamia.



A lo largo de los años, con la aparición y toma de protagonismo de la religión judeo-cristiana, junto con la necesidad del ser humano de asentarse en un lugar y tierras para vivir, “surgen conceptos como la propiedad privada”, explica la psicóloga y sexóloga con perspectiva de género Flori Berrade (en Instagram, @Somosvulvaok).

“La familia, los hijos y las esposas pasan a formar parte de ella: le pertenecen al varón. La filiación paterna y la monogamia pasan a ser recursos para controlar, pactar, transmitir y heredar títulos”.

Así, Berrade indica que la herencia no es un detalle menor en relación con esta construcción: “En el siglo XV no existían pruebas de ADN, la ciencia no podía garantizarle a un varón que ese hijo o hija fuese biológicamente suyo. Para garantizar esto y que la herencia no termine en manos de ‘el hijo de otro’, se crea y construye el mito de la virginidad a través del ‘sangrado del himen’, pero también sobre todo el cuerpo de las mujeres”.



¿Y el himen?

Lo que no es un mito es el himen. Si bien existe, no todas las mujeres lo tienen y, entre aquellas que sí, hay distintas formas y tipos. Se trata de una “lámina de mucosa fina que recubre parcialmente la abertura de la vagina, y siempre fue presentada como la prueba de la virginidad femenina. Siempre se creyó que el himen se rompe después del primer encuentro sexual con penetración y que el sangrado es el signo oficial de que se ha perdido la virginidad. Esta creencia es antigua, está totalmente errada y debería quedar en desuso”, asegura la médica ginecóloga Melisa Pereyra en su libro V. Ciencia para una geografía íntima sin mitos (Planeta).

Para Berrade, es la parte de la vulva con mayor carga ideológica, culpógena y cultural. “Es falso que se rompa en una primera penetración vaginal. Puede rasgarse, estirarse o modificarse en la primera penetración, pero también puede suceder lo mismo practicando deportes, andando en bici, masturbándose. Incluso podemos tener penetración vaginal y que nuestro himen siga ‘intacto’ o no modifique su forma”, aclara.



Además, refuerza que el himen rara vez sangra, porque es un tejido con poca o nula vascularización: las que sí pueden sangrar son las paredes de la vagina por falta de lubricación y excitación, nervios o ansiedad sexual.

“Es por este motivo que muchas mujeres o personas con vulva no sangran en su primer encuentro con penetración. Si la persona se percibe en un ambiente cómodo, hay deseo, consenso e información, los nervios y ansiedades de experimentar algo nuevo y distinto bajan, y la persona puede percibir sensaciones placenteras y de disfrute. La primera penetración no tiene por qué doler”, dice Flori.