HOY SE CELEBRA EL DÍA NACIONAL DE LOS JARDINES DE INFANTES

Este día especial se conmemora en homenaje a Rosario Vera Peñaloza, quien fuera llamada “la maestra de la Patria”. Buscó a lo largo de su trayectoria docente la coherencia entre la pedagogía y la práctica del aula con propuestas reformistas y novedosas.

Cada 28 de mayo se conmemora el Día Nacional de los Jardines de Infantes como recuerdo de Rosario Vera Peñaloza, activa defensora del jardín de infantes como institución educativa.

“La maestra de la Patria”, quien falleció el 28 de mayo de 1950, buscó a lo largo de su trayectoria docente la coherencia entre la pedagogía y la práctica del aula con propuestas reformistas y novedosas.

La búsqueda del acceso de todos los niños a la educación inicial era un hecho constante en su discurso. Criticaba la visión acotada y restrictiva de ocuparse solo de alfabetizar y cuestionaba a las asociaciones civiles de beneficencia que solo limitaban su acción a dar ayuda material a la niñez.

También se la recuerda por reclamar los medios más adecuados para desarrollar espacios higiénicos y cómodos que brindaran a la infancia crecimiento intelectual, moral y patriótico. Asimismo, promovía enseñanza de música, narraciones de cuentos e historias, bibliotecas, teatro y cinematografía infantil.

Pensaba que el jardín de infantes proporcionaba al niño una base segura en habilidad manual, en lenguaje y en comprensión de futuros conocimientos. Señalaba, también, que en el jardín los niños se volvían responsables, comprensivos y respetuosos de los derechos de los demás.

El jardín de infantes que proponía Rosario Vera Peñaloza alentaba a docentes y alumnos a la creación y a la recreación de la cultura.

Educación integral

En este contexto particular que vivimos, signado por la pandemia, hay que tener presente que la “vida escolar” no se reduce al aprendizaje de contenidos en sentido tradicional. El jardín de infantes es un espacio de encuentro con iguales y diversos que, luego de un año sin presencialidad, requiere dar visibilidad a la dimensión afectiva y a la cultura del cuidado en el marco de una educación integral.

Daniel Brailovsky nos ayuda a pensar en ello cuando plantea que ofrecer experiencia significa que las cosas que acontecen en la jornada se inscriben en la vivencia de los niños y niñas y que se les dé un lugar, abierto y enriquecido, en el cuerpo, en la palabra, en el relato, en la conversación. Entiende a la experiencia como paseo, como modo pausado de transitar un lugar desde el disfrute; como travesía, desde un hacer junto con otros desde un espíritu de valentía y aventura; como excursión en tanto algo preparado y puesto al servicio de la curiosidad y como contemplación desde un mirar todos juntos algo sin prisa, en silencio y tranquilo.

Cuando algo en común reúne y convoca al grupo (desde prácticas cotidianas como son el saludo, la merienda, el patio, una ronda de intercambio o actividades al interior de una propuesta didáctica) se ponen de relieve lo que Ana Abramovsky llama economías afectivas entendiéndolas como ese afecto que simplemente sucede, siendo esa sintonía afectiva una especie de tejido conectivo, una interafectividad que se produce y fluye en las salas con la copresencia. Tiene que ver con la disponibilidad, la atención, la construcción de vínculos para con el grupo de niños y niñas, y para con sus familias y con la afinidad por aquello que se quiere transmitir. Lo afectivo tiene que ver con querer que a los niños y niñas les pase algo con lo que tenemos para ofrecerles.