jueves, 6 febrero, 2025
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EL RUIDO DEL TRÁNSITO, EL FACTOR DE RIESGO CARDIOVASCULAR MENOS PENSADO

CIENCIA

A los efectos ya conocidos de la contaminación acústica, un reciente estudio le sumó que el bullicio propio de las grandes congestiones en las calles genera aumento de la presión arterial en las personas.

Los autores del estudio consideraron que sus hallazgos son una llamada de atención a las autoridades, para que alivien el impacto del ruido del tráfico.

La mayoría de la población sabe que la hipertensión es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, que ocasiona cientos de muertes prematuras en todo el mundo.

Se estima que alrededor de un tercio de los adultos la padecen, aunque muchos de ellos lo desconocen. De hecho los especialistas de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) alertaron en más de una ocasión que “la hipertensión arterial suele cursar de manera silenciosa, muchas de las personas que tienen la enfermedad no lo saben, y se va produciendo un deterioro en el organismo que con el tiempo puede desencadenar en un ataque cerebrovascular o un infarto, entre otras consecuencias”.

En este contexto, se conoce que entre los factores que aumentan la probabilidad de que una persona sufra de presión arterial elevada figuran desde el tabaco, el exceso de sal, el alcohol, pasando por las dietas altas en ultraprocesados, la falta de actividad física y hasta la polución ambiental. Pero había una amenaza que hasta ahora no había sido tenido en cuenta: el ruido.

La asociación entre presión alta y ruido del tránsito

Aunque resulte molesto, la relación directa entre la presión arterial y el ruido no había sido tenida en cuenta en los estudios en la materia. Sin embargo, tanto el ruido excesivo como la polución fueron incluidos en 2021 por la Sociedad Europea de Cardiología entre los aspectos que se pueden modificar para reducir los riesgos de la hipertensión en la población.

Ahora, un equipo liderado por Jing Huang, profesor de la Universidad de Pekín (China), publicó un estudio en el que concluyeron que “la exposición a largo plazo al ruido del tráfico rodado se asoció con una mayor incidencia de hipertensión primaria, y las estimaciones del efecto fueron más fuertes en presencia de una mayor contaminación del aire”.

El artículo Ruido del tráfico rodado e incidencia de hipertensión primaria: un análisis prospectivo en el biobanco del Reino Unido fue publicado en la revista JACC: Advances y reforzó la relación entre el ruido del tráfico y la hipertensión.

Para el trabajo, los investigadores recogieron información del Biobanco del Reino Unido de más de 240.000 personas de entre 40 y 69 años que no tenían hipertensión, y las siguieron durante una media de ocho años, estimando el ruido al que se vieron expuestas a partir de la dirección en la que vivían. Y registraron cuántas desarrollaron la dolencia.

Análisis

Los investigadores vieron que más de 21.000 experimentaron la patología y los datos muestran que el riesgo de una excesiva presión sanguínea está relacionado con la dosis de ruido a la que se vieron expuestas. Además, si bien fueron capaces de separar el efecto del ruido del de la contaminación, vieron que el daño se agrava cuando ambos se combinan.

Como se vio, la presión arterial elevada contribuye más a la enfermedad cardiovascular y a la muerte prematura que cualquier otro factor de riesgo conocido y modificable. Se estimó que más del 30% de los adultos (1.390 millones) en todo el mundo tenían hipertensión en 2010, y los especialistas remarcaron que a medida que la población envejece, se espera que aumente la prevalencia, lo que, si no se trata, causaría una enorme carga de morbilidad.

De allí que para mitigar la creciente carga de la hipertensión, la identificación de sus factores de riesgo modificables a nivel individual y poblacional sigue siendo una estrategia fundamental.

“Parece posible que una elevada exposición a aire contaminado deje al cuerpo más vulnerable a los efectos peligrosos del ruido del tráfico y viceversa”, escribieron los autores del trabajo en la publicación.

Los investigadores consiguieron así pruebas más fiables de algo que costaba demostrar y dieron argumentos a quienes defienden que regular el tráfico, reduciendo tanto el ruido como la contaminación del aire, es una medida útil para disminuir los problemas de salud cardiovascular y otras enfermedades en toda la población.