HEFESTO, EL DIOS DE LA METALURGIA

Hefesto era hijo de Hera, y según versiones mitológicas diversas nació de la unión de su madre con Zeus. Hera lo arrojó del Olimpo y fue recogido por dos Diosas del Mar, Tetis la nereida y Eurínome la oceánida, y le cuidaron hasta que llegó a ser un maestro artesano. De esa manera se convirtió en el Dios del Fuego y de la Forja, de los herreros, de los Metales y de la Metalurgia.

Hefesto era hijo de Hera, y según versiones mitológicas diversas nació de la unión de su madre con Zeus, pero otras versiones indican que Hera lo concibió sola, en venganza porque Zeus había tenido a Atenea sin su participación. Hefesto nació poco atractivo y además, creció lisiado y cojo ayudándose con un palo para caminar.

Esto ocurrió porque Hera, al ver aquella criatura tan fea lo arrojó del Olimpo, cayó en la Isla de Lemnos y quedó lisiado con cojera al caminar. Al caer fue recogido por dos Diosas del Mar, Tetis la nereida y Eurínome la oceánida, y le cuidaron hasta que llegó a ser un maestro artesano. De esa manera se convirtió en el Dios del Fuego y de la Forja, de los herreros, de los Metales y de la Metalurgia.

Este dios, valiéndose de sus habilidades, fabricaba las armas de guerra y casi todos los objetos metálicos con poderes que aparecen en la Mitología Griega como son el casco y las sandalias aladas de Hermes, la égida de Zeus, el famoso y embellecedor cinturón de Afrodita, la armadura de Aquiles, el carro de Helios, el arco y las flechas de Eros, el cetro de Agamenón y otros. También forjó los rayos que caracterizaban al Dios Zeus.

Venganza

Entre los objetos maravillosos fabricados por Hefesto, se encuentran tronos de oro para Zeus y otros dioses. Como venganza por la acción de Hera al lanzarlo desde el Olimpo, le hizo a ella un trono de oro, mágico, y se lo envió de regala. Al sentarse en dicho trono, la Diosa Hera quedó atrapada y no podía levantarse. Los demás dioses le rogaron para que la liberase, a lo cual puso varias condiciones una de las cuales fue casarse con Afrodita, la Diosa de la hermosura, y así logró emparejarse aquel feo Hefesto con la bella Afrodita, a quien nadie podía poseer. Al casarse, forjó para ella joyas de todo tipo, incluyendo el cinturón que la hacía aún más atractiva para los hombres.

Se narra, que Afrodita tenía relaciones íntimas a escondidas con Ares, el Dios de la guerra, y cuando Hefesto los descubrió, tejió una red de oro casi invisible con la que atrapó a los amantes en la cama y llamó a todos los dioses del Olimpo para que fueran testigos de aquel acto infame. Hefesto los liberó cuando prometieron acabar con su romance, pero al levantar la red, los amantes se escaparon sin llegar a cumplir su promesa.

En la guerra de Troya

El papel que Hefesto jugó en el ciclo troyano fue de gran importancia. Como poderoso guerrero y como hábil artesano, Hefesto siempre estuvo del lado de los griegos, poniendo sus capacidades al servicio de la caída de Troya. Aunque no conocemos motivo alguno para este alineamiento, es posible que en la decisión del dios tuviera cierta importancia el hecho de que Tetis, la nereida que le había criado tras su caída desde el Olimpo, fuera la madre de Aquiles, el principal héroe griego.

De hecho, tras la pérdida de la armadura de Aquiles, capturada como botín por los troyanos después de que Patroclo cayera bajo sus armas, Tetis suplicó a Hefesto que le forjara a su hijo una nueva, más bella y poderosa aún que la anterior. El dios de la fragua puso toda su habilidad al servicio de su madrastra y forjó para Aquiles un espectacular juego de armas a cuya descripción dedica Homero casi todo un canto de su Ilíada. La irrupción de Aquiles en la batalla ataviado con sus nuevas armas supuso un giro decisivo para el desarrollo de los combates que culminó con la muerte de Héctor, el caudillo troyano.

Por otro lado, en la Teomaquia, Hefesto fue el protagonista de uno de los combates más impresionantes de todos los narrados en la Ilíada. El dios de la fragua se enfrentó al Escamandro, el río protector de Troya. Hefesto, como dios de la herrería, dominaba los poderes del calor y el fuego, mientras el Escamandro hizo uso de sus corrientes acuáticas. En este enfrentamiento entre el fuego y el agua, el dios Hefesto consiguió evaporar las armas de su adversario, alzándose con la victoria.